Manolina, el coraje de la dura vida del campo

La quirosana, que recibirá el sábado el homenaje de sus vecinos, dejó la escuela para cuidar las vacas, aprendió a coser y afrontó con fortaleza la crianza de sus hijas

Manolina García Prada, con sus hijas Marisol y Luisa

Beatriz Álvarez/ Quirós

El próximo sábado día 11 de noviembre Manolina García Prada de Villaxime recibe el cariño de sus vecinos en el homenaje a la Mujer Rural Quirosana 2023.

En el mismo acto Zulima García, vecina de Bárzana fallecida este año, recibirá también un reconocimiento póstumo.

Durante la jornada que se celebra en la Casa de la Cultura se proyectará el vídeo “Umalali, la voz de las mujeres”.

El acto comenzará a las 12.00 de la mañana y concluirá con una comida de hermandad en un restaurante de la zona.

En 1937 en la aldea quirosana de Villaxime nació Manolina, mujer quirosana elegida en esta edición para el homenaje que rinden las mujeres del concejo en torno al 15 de octubre, día Internacional de la Mujer Rural. Manolina vive en la residencia de mayores de Bárzana. Es una anciana guapa y elegante que conserva la mirada dulce de quien tuvo quince años y aún hoy los sueña, aunque les goteres de una vida de trabajo vayan saliendo y contra ellas no haya remedio. Me espera junto a sus hijas, Marisol y Luisa y sus yernos. Desde hace unos meses vive allí donde la visitan sus dos hijas y sus nietos. Para Luisa, su hija pequeña, hasta hace poco ese era también su lugar de trabajo por lo que Manolina, aunque notó el cambio, está contenta. En la residencia seguía teniendo a Luisa cerca, tan cerca que incluso la despertaba cada día por las mañanas. Nos regala una sonrisa generosa y pregunta que para qué es la libreta que llevo en la mano. Cuando le pregunto frunce un poco el gesto como pensando qué es lo que va a decirme o como si no encontrara las palabras para tejer sus recuerdos, recuerdos de una dura vida de sacrificio, llena de vivencias que no siempre fueron fáciles. Hija de Melchor y Artimia, nació en plena Guerra Civil y le tocó trabajar desde bien pequeña. La segunda de seis hermanos, en una familia larga como lo eran antes las familias, en la que los mozacos, Erundo y Julio, iban a ganar el jornal arrancando a la tierra el mineral y la hija primera hacía un poco de todo lo demás, poblar en casa, andar a las vacas, cuidar de las hermanas, Dorita, Clemen y Luisa que murió sin apenas haber tenido tiempo de llegar. Cuenta que no fue mucho a la escuela porque como “no había quién lo hiciera, iba yo al ganado, era muy joven y bueno, no tendríamos tantas vacas como tienen ahora, la Navarra, la Parda,…pero eran un montón para una nena medrosa como era yo, abría la cuadra y salía pa’fuera mientras me preguntaba que qué haría yo allí, vaqueriaba, un día con otro, unos días un poco mejor y otros menos”. Más tarde fue a Rano a aprender a coser “desde Villaxime, andando, sería una hora o así, llevaba un potucu con lo que fuera pa calentarlo allí donde aprendíamos a coser. Yo, comer, comía como un sabañón”. Arroz con leche poco, pues las vacas parían pero cuando había leche no era para caprichos “mi padre reñía más, mi madre menos” mientras atendían el bar que regentaron en Villaxime. Llegado el tiempo de casarse lo hizo con Manolo que era de Bárzana, y allí en Bárzana trabajó mucho con Lucinda, en el Teixo, con Gonzalo el médico que tenía tres niñas y también en Aciera con Valledor. Fue una gran cocinera, su hija Marisol recuerda el pote o les casadielles de su madre y una gran costurera, su hija Luisa dice que “repasaba de cine, sus remiendos parecen hechos a máquina”. No salió de Quirós, pero vivió en Villaxime, en el Cantu la Güeria, en Santa Marina, en Paso’l Río donde sembraba un terreno que daba gusto verlo “patatas, maíz, pan, un poco de todo en una tierra enorme” y últimamente, en Murias. Viuda desde hace unos años, su hija Luisa la define como una mujer que es “toda fortaleza, superando los malos momentos poniendo mucho de su parte”. Manolina echa de menos pasear con Ana y Aidita con las que compartió muchas tardes, pero pasa sus días tranquila, como quien descansa de un largo camino. El sábado disfrutará de su momento, comerá “cordero y arroz con leche” y tendrá a sus hijas junto a ella. Ellas, sus hijas, sus cuatro nietos, Sheila, Juan Manuel, Carla y Sara y su biznieto Izán son su mayor premio.

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