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Tablas, palos y astillas

Inicio Trubia Tablas, palos y astillas

Luis G. Donate

Muy buenas, queridos contertulios. Permitid que una vez más os abra la puerta de este nuestro humilde ateneo, donde a la usanza de la antigüedad, se discuten los más variados saberes. Poneos cómodos y refrescad vuestras gargantas con alguna bebida que sea de vuestro agrado. La tertulia va a dar comienzo.

Hoy quiero hablaros de madera. Si uno lo piensa, forma parte de casi todo lo que nos rodea. Está en los muebles, en los papeles oficiales y los que no lo son tanto, en los libros, en los bastones que nos acompañan a cualquier lado y según donde se encuentre cada uno, la madera también nos da calor. Vuestro humilde servidor, por ejemplo, teclea estas líneas sentado frente a la chimenea. Desde tiempos inmemoriales, los humanos y los árboles hemos compartido esta tierra, fueron nuestros hogares cuando no éramos más que bestias, alimentaron el primer fuego que cocinó la primera pieza de caza, de ellos sacamos madera para las primeras lanzas, vigas para las casas y madera para que el primer hombre sedentario pudiera tallarle  juguetes a sus hijos.  Incluso en el refranero popular está aquello de : «De tal palo, tal astilla.» Sea por su utilidad o por su significado espiritual, la madera siempre nos ha acompañado. Los druidas rendían culto a los árboles, Moisés tenía su vara de  almendro e incluso hoy en día se puede leer por ahí algo que uno dice sobre un roble. Sean fresnos, castaños o el humilde y fiable avellano, en este mundo de hierro y cemento siempre nos quedará la madera. Algo sencillo pero eterno como la misma Tierra.

Lo dejaremos aquí si os parece por este mes. Si sigo hablando, pueden saliros ramas y a pesar de que queda bastante moderno, a la larga se hace incómodo. Espero que como siempre os haya gustado y podáis sacarle jugo a mi reflexión. Hasta la próxima, quedo a vuestro servicio.

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