Ya está el fartón de Gustavo hablando de platos (placeres) dulces. Pues sí, reconozco que soy muy goloso y como buen moscón me encanta el escaldáu, un postre típico de la navidad de Grau y comarca elaborado a base de boroña de harina de maíz y escanda, manteca, miel y azúcar. Por eso, aunque aún faltan un par de meses para las fiestas navideñas, quiero comentar con tiempo suficiente lo complicado que tenemos, los que se nos da mejor comer que cocinar, conseguir nuestro añorado escaldáu. Llevo mucho sin catarlo, pero aún recuerdo el que hacía hace ya unos cuantos años Pili Tarrazo con la Asociación Las Ayalgas. La última vez que lo pude probar fue en diciembre de 2018 cuando Belén García realizó un taller de elaboración y degustación en el marco de las XI Jornadas de Estudios Locales que organizamos desde el Museo de Grau.
No puedo entender que en Grau, donde presumimos de emprendedores y de ser la cuna de este postre, no se comercialice el escaldáu en navidad, que ninguna confitería o panadería lo elabore, que en ningún puesto del mercáu (que yo sepa) lo vendan, que las cafeterías de la villa no pongan con el café un trozín de escaldáu en lugar de la galletina, o que los restaurantes lo obsequien a sus comensales junto al turrón o el polvorón.
Alguno de ustedes pensará que tiene que ser el ayuntamiento el que promocione este producto tan nuestro con talleres de elaboración, quizá con un concurso de escaldáu casero o un certamen semejante al de la escanda. Pero yo creo que a quien hay que instar y apremiar para que se elabore y comercialice es a la iniciativa privada. Porque en Grau fuimos, y lo escribo en pasado porque ya no se puede decir que somos, tierra de emprendedores… y también somos, pero cada vez menos, tierra de escaldáu.
¡En fin, que hasta aquí llega mi ruego, lo que tiene que hacer uno para despertar conciencias, para poder probar de nuevo muestro querido escaldáu!
Deja un comentario