La artista afincada en Salas se ha inspirado en textos de la poeta para componer la colección, sobre madera de tilo, al modo de los iconos bizantinos, que puede verse hasta el día 17 en el Museo Barjola de Gijón
Redacción/ Grau
Últimos días para disfrutar de ‘Nuestro lugar’, una exposición en la que confluyen la delicadeza de la obra de la artista Anka Moldovan y la obra poética de la poeta Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024. Las dos artistas de origen rumano han sumado sus miradas en una muestra que puede verse hasta el 17 de noviembre en el Museo Barjola de Gijón, y que se cerrará con un recital poético y musical. Las obras de Moldovan, sobre madera de tilo, al modo de los antiguos iconos, se inspiran en los poemas de Blandiana, creando un espacio común que da nombre a la muestra. Anka Moldovan crea y vive en Salas, donde desde 2019 reside en un antiguo pajar rehabilitado.
Este proyecto surge de la colaboración entre ambas artistas para la edición de un libro de la editorial La Cama Sol, que saldrá publicado en 2025. Moldovan se inspira en los textos de Blandiana para componer, sobre madera de tilo, utilizada tradicionalmente para la elaboración de los iconos bizantinos, un universo de sombras suaves, en el que el ser se disuelve sin arrepentirse. La sintonía con la que se ven emparejados cuadros y poesías, como podremos ver en esta exposición, que cuenta con apoyo del Instituto Cultural Rumano de Madrid, nos hace sentir que uno es expresión del otro. El poema de Blandiana lo podría estar expresando cualquiera de las cabezas de mujer o de las desdibujadas figuras del mundo de niebla de Moldovan. En justa y necesaria reciprocidad, la pintura de Moldovan podría ser la reinterpretación visual de la eterna búsqueda de Blandiana para separar las cosas del envoltorio deformador de las palabras: “Nuestro lugar / Está en algún lugar más lejano, / O, tal vez, ha pasado / Y no lo hemos reconocido.”
Este poema da título a la exposición y en ella, ambas artistas se plantean preguntas fundamentales sobre la existencia del ser humano en soledad y sociedad y ante la naturaleza. Ese lugar “nuestro”, o ese no lugar, nunca es un regalo, ni una herencia, sino una búsqueda permanente en un universo onírico de silencios y aire, que nos permite adentrarnos en el espacio de la imaginación para enraizar lo concreto en una luz que borra todas las fronteras.
Las obras de Ana Blandiana y Anka Moldovan, ya sean entretejidas o separadas, nos interpelan, reconfortan y recuerdan, a través de una estética simple y diáfana, que es posible encontrar rastros de belleza, pizcas de verdad y un firme compromiso ético, provocando a los lectores/espectadores con la metáfora, haciendo regresar el tópico Horaciano Ut pictura poesis «como la pintura así es la poesía».
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