Rafa Balbuena/ Tineo
Es un punto capital del Camino Primitivo de Santiago, y durante mucho tiempo constituyó un centro religioso y económico que se codeaba con los cenobios de Cornellana o Corias, pero ahora atraviesa un estado de decadencia que roza la ruina. El Monasterio de Obona y su iglesia de Santa María La Real, a menos de 10 kilómetros de Tineo, es una joya del románico rural asturiano, y aunque luzca en su exterior un aspecto aceptable, una visita a su interior deja la impresión, sin paliativos, de hallarnos ante un desastre en términos de abandono, olvido e incluso vandalismo.
La historia de Obona tiene un paralelismo notorio con la de la vida de gran parte del suroccidente asturiano durante los últimos dos siglos. Fundado originalmente en el siglo XI, bajo la orden cisterciense, el monumento actual data del siglo XIII, no tardando en adquirir una gran relevancia como centro económico, cultural y religioso en este área de la región. Siguieron centurias de bonanza, aunque a finales del XVIII aquel esplendor monacal ya era solo una sombra. Con la desamortización de Mendizábal, Santa María La Real pasó de ser monasterio a parroquia. Y el progresivo éxodo rural, con sus efectos de despoblación, fueron reduciendo a recuerdos lo que un día fue prosperidad y poder.
Así es que hoy, cuando uno entra en el complejo, no tiene que pedir permiso ni llave. La puerta de la rectoral es solo un marco vacío, a través del cual se accede sin problema al claustro, comido por la maleza y las hierbas que crecen a sus anchas. Es un túnel oscuro que, al llegar a la claridad, deslumbra en el menos agraciado de los sentidos. En los laterales, las dependencias del monasterio son un amasijo de escombros, en los que las basuras y los cascotes se agolpan junto con los “recuerdos” que algún gracioso dejó garabateados en sus paredes. Hay incluso sillas escolares rotas, seguramente restos de la reforma que acometió el Principado en 2008, organizando unas jornadas culturales en vistas a dar contenido y actividad al edificio románico. Pero aquello no tuvo continuidad, y el tiempo, de nuevo, volvió a pasar su factura. Las escaleras que dan al piso superior, cerradas con cadena y candado, tienen aspecto de no haber sido transitadas en meses. Y la fuente que mana de un lateral del claustro, con su inscripción tallada en el sillar, permanece torpemente apuntalada con un tablón, sin que se pueda saber si de allí mana agua o si está tan seca como el verano asturiano de este 2025.
Tras media hora de desazón, salimos por donde hemos entrado, con los rayos de sol colándose por los vanos del techo, en medio de un silencio triste. Tomamos la carretera de regreso a Oviedo, en donde buscamos un sitio donde comer. Demasiados carteles de “Se alquila” en los restaurantes y bares que antes eran el medidor de actividad del concejo y del suroccidente entero. Alguno queda, pero también en silencio, con pocos parroquianos. Un curioso -y triste- correlato con Obona, un lugar que tanto fue y, quizá, ahora podría ser mucho más de lo que queda en pie.
El PP denuncia la presión fiscal y pide más policía, mientras el equipo de gobierno…
Habrá carreras a pie, marcha infantil en bicicleta, piragua y marcha nórdica y este año…
El taller, de la Escuela Municipal Senior de Oviedo, tendrá lugar el martes, día 9…
La Coordinadora Ecoloxista denuncia que la corta de ejemplares en entorno de la Reserva de…
'Creando tribu' enseñará a los niños y niñas del concejo a conocer las diferentes culturas…
El Ayuntamiento ha abierto un expediente disciplinario tras conocer lo ocurrido por un informe de…