Emuná

Luis G. Donate

Bienvenidos un mes más a esta nuestra tertulia. Me alegro de recibiros a todos de nuevo y encontraros tan bien. El artículo que hoy nos ocupa es el último del año, por eso, quiero darle un toque especial. Si os place, vamos a ello. Creo que os gustará.

Imagino que no os habrá pasado inadvertido el extraño título que señorea estas palabras. Como casi todo en la vida, tiene explicación. Esa palabra, es mi deseo para el final de este año y el principio del siguiente. Emuná, es un término de origen hebreo. En cuestiones de espiritualidad se interpreta como «confianza en los planes de Dios» o simplemente otro modo de decir «fe». Sin embargo, la acepción que nos ocupa, mucho menos dada a polémicas de índole teológica (pues en esos asuntos soy un mero soldado raso) es la de «confianza en que lo bueno está por llegar». Esta explicación, apropiada para adornar una de esas tazas tan optimistas que se venden hoy en día, circula mucho por redes sociales. Me encontré con ella y, siendo un fiel creyente en el destino, no pude sino pensar que se trataba de un mensaje. Por ello, quiero unirme a vosotros en el año que termina, compartiendo esta esperanza.

Dicho esto y transmitidos mis buenos deseos para con vosotros. Os doy las gracias por haberme acompañado un año más. Aún no felicitaré las fiestas, a pesar de que se lleva hablando de Navidad desde finales de octubre, porque este artículo lo veréis a primeros de mes. Cubriremos el tema del turrón en enero. Hasta entonces, cuidaos y disfrutad con los vuestros. Yo, por mi parte, quedo a vuestro servicio.

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