Publicado el: 03 Abr 2024

Empanada de autor desde San Claudio

Paula Lázaro Lazcano gestiona un horno artesano donde crea auténticas delicias con una receta quirosana y la herencia cocinera del bar moscón Casa Sindo

Paula Lázaro Lazcano / M. G.

Manuel Galán / San Claudio

Paula Lázaro Lazcano es de San Claudio de toda la vida. Su abuela Mercedes y su madre Mari Carmen le precedieron en el gusto por la cocina lenta y casera. Esa que, poco a poco, parece caer en el olvido, una especie de peligro en extinción. Empanarte va de eso. De tradición y cuidado sin perder de vista la innovación y la calidad del producto. El gusto por la cocina le viene de lejos. “Mi abuela tenía un bar en Grao, Casa Sindo, que llevaba con mis tíos. Pasábamos mucho tiempo allí. Yo entraba a menudo en la cocina y me llamaba mucho la atención todo lo que ocurría en torno a la comida. Además, mi madre salió muy cocinillas, al igual que mi abuela Mercedes. La familia de mi padre también tenía un bar en Segovia, aunque nunca lo llegué a conocer. A mis abuelos paternos también les encantaba la cocina.

Paula lleva la bendita herencia del gusto por la cocina en su ADN. Muy joven, al terminar el Instituto y con 18 años, Paula estudió un módulo de cocina en Ciudad Naranco. Realizó las prácticas de cocina en La Gruta, aquel restaurante referente de la cocina para eventos de los 90 y donde se quedó como repostera en plantilla durante un año. Sufrió el menosprecio por ser mujer joven trabajando en cocina y soportó salarios por debajo de sus compañeros varones. Desigualdad por razones de género que aún hoy persiste en tantos locales de hostelería. Luego trabajó en la cervecería El Flandes. A los 24 años comenzó a cocinar empanadas para sus amistades. “Me enseñó mi madre” y apunta que “a ella, una paisana de Quirós amiga de la familia”. “Mi madre hizo su propia receta, que adapté y empecé a hacer para mis amistades. El boca a boca fue la forma de ampliar poco a poco las ventas”, señala Lázaro. Al ver que funcionaba y animada por los amigos, Paula empezó a nivel profesional en enero del 2018. Ahí es cuando nace su marca Empanarte. “Una amiga diseñadora se encargó de la imagen de marca. En aquel momento tenía como imagen de whatsapp a mi hija montada a caballo. A partir de esa imagen, Sonia, la diseñadora, hizo un portfolio con varios unicornios, uno de los cuales era exactamente igual a uno que tenía mi hija en casa. Pura casualidad”, apunta Paula.

La búsqueda de local en San Claudio se convirtió en un problema y es que “en el momento de lanzarme a una producción más profesional, necesitaba un obrador y un local de venta al público. Y claro, acondicionar uno era complicado, así que adapté el garaje de la casa de mis padres en San Claudio”. Las empanadas de Paula son de masa quebrada, tipo gallega. “En Oviedo se venden mucho las de pan y las de hojaldre, pero hay pocas de tipo gallega. Nuestra amiga de Quirós nos enseñó con esa masa que adaptamos al introducir los ingredientes que nos gustan. La forma de amasar, la dureza de la masa, las mezclas, le dan un toque muy personal”, apunta Paula.

Empanadas de atún, chorizo, carne picada, morcilla y manzana, cecina, queso de cabra y manzana y tipo vegetal son sus variedades. Los bollinos de chorizo de masa quebrada son otro de los productos más demandados. En sus creaciones, utiliza productos de cercanía. “En la medida en que puedo, compro en el comercio local, en la Huerta o carnicería Manolo, salvo las harinas que tengo que comprar fuera, pero los rellenos son principalmente de aquí”. Tras el éxito de las empanadas se aventuró con el dulce, naciendo unas pastas que bautizó como sancloyinas. “La gente me empezó a pedir dulce. Comencé con la tarta de almendra, receta de mi madre. Siguieron las magdalenas, bizcochos y pastas de almendra, que al principio eran las clásicas, hasta que me decidí a hacerlas con un toque de chocolate con leche y blanco. Al acordarme lo que los carbayones son para Oviedo, pensé en hacer algo con nombre propio de San Claudio y así surgieron las sancloyinas, un tipo de pastas similares a las de almendra, pero en lugar de llevar una guinda, se coronan con una estrella de chocolate con leche y una gota de chocolate blanco”.

Paula logró vender a confiterías de Gijón, Oviedo y Lugones, sin embargo, cerraron 3 confiterías de golpe en Gijón, Oviedo y Lugones tras el golpe sufrido por la covid. De elaborar de 10 a 12 empanadas diarias pasó a una media de 5 en la actualidad, bajón del que aún no se ha recuperado. Por eso, Paula busca ampliar mercado. “Hace unas semanas comencé a ofrecer empanadas como muestra en eventos de librerías de Oviedo o espacios de coworking como Kafka and Co o el Camaleón de Rubik. Hay que innovar”.

“Es complicado poder vivir de esto siendo autónoma, aunque es verdad que tengo una libertad que antes no tenía. Ahora sé las horas que trabajo”. La conciliación era importante para Paula porque “cuando decidí ser madre, para mi era importante saber el horario que le iba a destinar al trabajo y el que podía destinar a mi hija. Eso sí, vacaciones apenas tengo, trabajo de lunes a domingo y descanso pocos días al año”.

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