Gentuza

Plácido Rodríguez
[La Mosconera]

«Es conocido y notorio el acto de persecución sistemática que sufrieron los cristianos en el antiguo imperio romano, martirizándolos en la arena del circo, arrojándolos a los leones o quemándolos vivos para alumbrar los jardines del emperador».

No me acuerdo qué Papa pronunció esta frase.

Al parecer la más encarnizada cacería se produjo en la primera década del siglo IV a manos del emperador Diocleciano. Eso cuentan los historiadores. Lo que no cuentan —aunque la población hubiera tomado conciencia del asunto y pudiera, en prójima empatía, solidarizarse con el colectivo cristiano— es que llegara a suceder la siguiente fabulación.

Pues bien, esta imaginación mía, con tendencia a desviar los episodios de la historia en clave literaria, sugiere que parte de los habitantes de Roma llevaron a cabo una incipiente protesta a las puertas del circo, instando a las autoridades para que se pusiese fin al cruel exterminio de los pobres cristianos.

Enterado el emperador de la subversión —por parte de los que algunos políticos españoles definirían a día de hoy como “gentuza” —dio orden a sus subordinados, diciendo algo así como: «Detinete omnes, solum sordes sunt. Et si me culiones tangunt, eos leonibus cum chretianis proicio»

Y puede parecer, por estar expresado en tan culta lengua, que la frase fuese máxima meditada fruto de una reflexión propia del cargo; sin embargo, me temo que no decía más que algo tan prosaico como: «Detenedlos a todos. No son más que basura humana. Y como me sigan tocando los cojones los echo con los cristianos a los leones».

Y hubo algún adlátere al emperador que añadió — y esta vez me salto la expresión en latín y lo transcribo directamente en un castellano más castizo— : «a ver si piensa esa gentuza que nos van joder los juegos con las protestas». 

Pues bien, como dijo Nelson Mandela: «siempre parece imposible hasta que se hace». Hasta que décadas después en el año 380 el emperador, Teodosio I, hizo del cristianismo el único culto oficial en el imperio romano.

Salvando las distancias, con las protestas de la vuelta ciclista pasó algo parecido. Yo al principio tenía dudas; solo quería manifestarme pacíficamente contra un estado asesino, sin perjudicar a los ciclistas y a la gente que disfruta de este épico deporte.

Ahora ya no tengo ninguna. Siento que España dignificó a Europa, parando un acontecimiento deportivo que, desde su organización, hizo todo lo que tenía al alcance de la mano para blanquear un estado genocida.

No parece que todos los romanos fuesen asesinos de cristianos, de hecho el cristianismo acabó imponiéndose como culto oficial dentro del imperio. Tampoco Israel es asesino, ni los judíos son asesinos. No, los asesinos son los sionistas fascistas que gobiernan Israel con el apoyo incondicional de los EEUU y sus votantes.

Y aquí en España tienen sus acólitos. Desde la presidenta de la Comunidad de Madrid que defiende a Netanyahu y se pavonea haciéndose fotos con el equipo israelí que participó en la vuelta; pasando por el expresidente Aznar, uno de los fundadores del lobby sionista “Friends of Israel Iniciative”; o el secretario del PP madrileño que nos llamó “gentuza” a los manifestantes; hasta el campeón, Perico Delgado, que se adhería a la causa frivolizando en directo: «que gran negocio el que haya vendido las banderas». Claro, del negocio de la venta de armas que está provocando la masacre en Gaza no dice ni pio, no vaya a ser que se le acabe el chollo de sus patrocinios a costa de la publicidad que adquiere como comentarista en la televisión pública. 

En fin, como sé que me van a llover hostias por posicionarme, porque entiendo que ante un genocidio hay que aprovechar los espacios que te brindan los medios de comunicación para posicionarse, espero que mis detractores no se molesten en hacer sangre contra quienes lo publican; de vez en cuando a todos los periódicos se les puede colar un artículo de opinión escrito por “gentuza”.

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