Hidromiel en compañía

Luis G. Donate

Bienvenidos un mes más a este salón de historias, ideas y alguna que otra gesta. Espero que los caminos os hayan tratado bien y hayáis podido completar vuestro viaje sin mayores problemas. Cumplidos ya los ritos de hospitalidad para con los viajeros, metámonos en materia. Lo que está por llegar quizá os emocione.

Escribo estas líneas, a pocos días del final de octubre. Fecha alrededor de la cual se celebra lo que en España se llama “el día de los difuntos”. En otros lugares es “Halloween” o el “día de muertos”. Reciba el nombre que reciba, esta festividad gira en torno a recordar a los que perdimos, una noble y sana costumbre. Sin embargo, a pesar de que en el caso de España esta tradición tiene un importante componente cristiano, quien haya estudiado las culturas que nos precedieron, sabe que hay tantas versiones del más allá como del más acá. Y por lo tanto, un servidor, cuando recuerda a aquellos a los que ha ido perdiendo, tiene la costumbre de imaginarlos en un salón similar a Valhalla, sin toda la pompa y circunstancia guerrera, claro. Un lugar de alegría, y festejo. Una larga mesa llena de manjares y bebida, rodeada de rugientes hogueras. El sitio perfecto donde reunirse después de toda una vida y contar historias. Ojalá sea así.

Hasta aquí llega nuestra crónica en esta ocasión. Espero que os haya gustado y haya traído de vuelta recuerdos de aquellos a los que hemos ido perdiendo. Antes de despedirme, sólo me queda desear que aquellos que nos observan desde el otro lado, estén disfrutando y tengan paciencia para esperarnos unos años más. Aún quedan cosas por hacer. Dicho esto, hasta la próxima.

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