Andrés Fernández: «Es increíble que Asturias, pobre y aislada, declarara la guerra a Napoleón»

El jovencísimo autor presentó en la biblioteca quirosana su novela epistolar «1809: Cartes de la Revolución de Trubia», rodeado de su familia y vecinos

El autor, Andrés Fernández, posa junto a su abuelo materno, Jaime Menéndez/ B. Álvarez

Beatriz Álvarez/Quirós

El jovencísimo autor Andrés Fernández presentó ayer en Quirós su primera novela junto a su familia y vecinos.
La novela que toma como punto de partida la guerra de independencia es una novela epistolar que cuenta una ficción en la que el autor lleva a los lectores a imaginar qué habría pasado si los acontecimientos históricos hubieran sido diferentes.
Organizado por el Club de Lectura con motivo del Día del Libro, el acto fue presentado por Roberto F. Osorio, cronista oficial de Quirós que manifestó su admiración hacia el joven novelista y su “orgullo de que haya relevo generacional, de que existan nuevas generaciones, ejemplo de que hay alguien que va a tirar por nosotros, por la sociedad y por las Letras, tan denostadas; orgulloso de que escribas y publiques, que no es fácil, en la brava elección de hacerlo en asturiano normalizado, y orgullo porque hayas hecho una reconstrucción histórica con final diferente lo que imprime al texto un sello personal y una calidad literaria importante”.
La presentación que discurrió en animada conversación entre autor y presentador giró en torno a la Guerra de la Independencia, un tema muy interesante y muy rico que ha obligado a Fernández a realizar una tremenda labor de documentación,aunque “ya tenía mucho camino hecho porque había leído mucho” confesó. El joven novelista contó cómo surgió la idea de escribir la novela en una conversación entre amigos y cómo rápidamente se puso a trabajar sin que sus padres lo supieran pero con la complicidad de su hermano Jaime que le iba dando opinión sobre cómo avanzaba la escritura. “Es increíble que aquella provincia que era Asturias, pobres como ratas, declarara la guerra a Napoleón y luego firmara la paz con Inglaterra y Suecia. Agricultores que además eran arrendatarios. Tiene un potencial tremendo ese momento histórico, pero toda la historia de Asturias lo tiene más allá de Covadonga o del 34”.
Una novela histórica escrita con libertad pero creíble, “hay lectores que al leer la novela me han dicho que si no fuera porque sabían que la historia no había sido así se lo creían. Además funcionó muy bien el mecanismo de las cartas, no son muy largas, es ágil, solo había que ir repasándolas y seguir hacia adelante”. Dio muestras Andrés Fernández de su ingente capacidad de trabajo, de muchas tablas a pesar de su juventud y de una frescura y espontaneidad dignas de elogio que sorprendieron a muchos de los presentes a los que se metió en el bolsillo.
También habló de futuro: “la literatura asturiana tiene que salir a encontrar nuevas metas pero desde lo nuestro. Me gusta mucho la fantasía, la ciencia ficción, la estética del siglo XIX, iré por ahí”.
Y hubo tiempo para hablar del asturiano y de la oficialidad. Desde su mocedad, el joven escritor contó que escribir en asturiano es una opción por “el apego que tengo a la lengua, a lo nuestro, a mí me llamaba la atención como mis abuelos hablan mucho más que mis padres y como mi generación pierde en relación a lo que hablan las generaciones anteriores. Es importante conservar lo nuestro. Siempre ando preguntando a mis abuelos Jaime y Pepe por como se decía esto o lo otro. Respecto a la oficialidad, yo creo que será posible, quiero creerlo, hace falta más voluntad política y también que la gente vea que hay diferentes formas de hacerlo, entre la oficialidad del catalán y la que sea del asturiano hay un trecho y que hay que trabajar por conseguirla”.
Habrá más novelas y habrá más presentaciones y Andrés tendrá la Casa de la Cultura abierta para hacerlas y a sus vecinos prestos a escucharle. Al finalizar el acto el Ayuntamiento y el club de lectura por medio de la Teniente Alcalde, Claudina Suárez y del cronista Roberto F. Osorio le hicieron entrega de sendos obsequios en recuerdo de un Día del Libro anticipado.
Un broche de oro para una jornada había empezado con la lectura del inicio del Quijote realizada por las lectoras quirosanas.