Publicado el: 28 Feb 2023

Último día del bar Gijón, en Grado, que abrió sus puertas en los años 30

La obligación de instalar una chimenea extractora en la cocina lleva a Olegario Cuendias a echar el cierre al tradicional establecimiento, ubicado junto a la estación, que su familia regenta desde 1961 y que alcanzó fama por su buena mesa, sobre todo por sus callos

Fachada del Bar Gijón, de Grado/ Nando F. Arias

Nando F. Arias/ Grau

Olegario Cuendias, actual regente del bar Gijón de Grao, atendía su ganado en la finca ubicada tras el edificio del afamado establecimiento. En él no se apreciaba, aparentemente, ningún síntoma de preocupación o desasosiego. Pero cuando le digo el motivo de mi visita sus rostro se contrae y aparece en el un gesto de tristeza. Hace unos días tras una comida con mis amigos en el bar me comunicó la posibilidad de que el establecimiento cerrase sus puertas en breve. El motivo: las exigencias de la autoridad competente de la ubicación en la cocina de una chimenea extractora de gases que conlleva un elevado coste al que no puedo afrontar. «Independientemente», me dice, «me faltan pocos años para jubilarme y la inversión supera con creces todos los beneficios que pudiese obtener en este tiempo».

El establecimiento fue fundado a finales de los años 30 del pasado siglo por un señor apellidado Coto que fue el promotor del edificio. En su inicio el bar se llamaba “Casa Coto”.  Finalmente Coto lo traspasa a unas señoras de Trevías que cambian el nombre al establecimiento y lo denominan como actualmente, Bar Gijón. Lo regentan durante 3 o 4 años y es, en 1961, cuando José Cuendias, padre de Olegario, se hace cargo del mismo hasta el año 1987 que pasa a titularidad de Olegario.

Debido a la ubicación, al lado justo de la estación de FEVE, el bar era un continuo receptor de clientes que se dirigían a utilizar, en aquellas épocas, el tan afamado y hoy en declive transporte ferroviario.

Con el transcurso de los años, el bar Gijón adquirió gran fama en lo que a gastronomía se refiere. Sus callos, cabrito guisado, hígado, picadillo y unos deliciosos postres caseros son la delicia de los cientos de comensales que en el año se dan cita en su comedor. Entre ochocientos y mil peregrinos pasan anualmente por sus instalaciones (el bar se encuentra en pleno Camino Primitivo) donde son acogidos con un menú asequible de precio y calidad.

En sus inicios el establecimiento contaba con pensión donde pernoctaban numerosos mineros que trabajaban en las minas del caolín de Peñaflor posteriormente las del carbón de Cangas y Tineo. Sus prestigiosos callos merecieron ser calificados con sobresaliente por prestigiosa Cofradía de los Callos. Y su cabrito guisado, puedo dar fe, que es de lo más exquisito que se encuentra en Asturias.

Olegario comenta entre risas que, hace unos años, el jugador del Oviedo Carlos había sido invitado a comer en el establecimiento pero que al ver el nombre se negaba a entrar. Por fin lo convencen y tras la comida comenta, “voy a ser cliente asiduo, estaba todo delicioso”.

El cierre de este casi centenario establecimiento, provoca el cese en el mundo laboral de cinco empleados que son los que actualmente están manteniendo el negocio. Ya en su día Olegario vio frustrado, debido a las numerosas trabas administrativas, un ambicioso proyecto de construir un hotel de peregrinos colindante con el actual negocio. Grao hoy suma la desaparición de otro de los emblemáticos negocios, en especial de hostelería. Quién no recuerda El Palper, La Recta, El Cabaño, Bar Hevia, Bar Cuba, El Camposol, El Infierno, La Fuente, El Mercado, etc. Lamentablemente hoy, 28 de febrero de 2023, el bar Gijón pasa a la historia.

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