Publicado el: 17 Ene 2018

La norma de purines podría costar 32.000 euros por ganadería

Obliga a enterrar el cucho en 24 horas, y a inyectar en el suelo el purín, lo que dejaría los prados «como si los hubieran fozado los jabalíes», según USAGA

COAG estima que las inversiones son «inasumibles» y asegura que la técnica exigida no se puede aplicar en praderas en cuesta, «cuando además aquí no hay ningún problema de contaminación»

La mayor parte de las ganaderías asturianas son de vacuno, no de porcino

Redacción/Grado

Una norma «disparatada» para Asturias, que de aplicarse a rajatabla le daría la puntilla al sector. Así ven los ganaderos asturianos la nueva normativa de gestión de purines, que entró en vigor el 1 de enero y para la que el Principado intentará negociar una moratoria. Mientras tanto, el decreto del ministerio, que aplica una normativa europea, es una amenaza más para un sector con muchos problemas. «Parece que nos quieren echar de aquí, que quieren que cerremos. Entre normas burocráticas, órdenes, problemas con la fauna salvaje y exigencias, como esta de los purines, da la sensación de que quieren que cerremos. Son más papistas que el Papa», resume el secretario de USAGA, Fernando Marrón. La norma obliga a enterrar el cucho en un máximo de 24 horas, y también a aplicarlo enterrado cuando se utilice como abono. Pero donde más problemas plantea es en el uso de purines, ya que exige aplicarlos también bajo tierra, inyectados. «En Asturias los purines son de vacuno, no de porcino, y se suelen usar en superficie para aumentar la productividad de las praderas de pasto. Si aplicamos lo que pide el decreto dejaríamos el prao como si lo hubieran fozado los jabalíes, lo destrozaríamos. Es algo que aquí es imposible de aplicar, cuando además no hay un problema de contaminación por el uso de purines en Asturias, salvo casos aislados de alguien que pueda hacer un vertido ilegal», señala Fernando Marrón, que espera que las comunidades de la cornisa cantábrica puedan negociar excepciones con el Ministerio.

Mercedes Cruzado, secretaria general de COAG, coincide en que la normativa no se puede aplicar en Asturias. «Estamos pagando justos por pecadores. El problema lo crean las granjas de porcino del centro y el sur del país, y pretenden medirnos a todos por el mismo rasero y que lo paguemos nosotros, cuando es completamente inasumible. Nuestros pastos son permanentes, no son terrenos de laboreo, así que enterrar los purines los destrozaría. El aparato para inyectar el abono no funciona bien en terrenos pendientes, y además en el suelo asturiano, muy pedregoso, la maquinaria se estropearía. En Asturias no hay un problema de contaminación al ambiente por el purín, porque somos de los pocos sitios de España donde el purín almacenado tiene que estar tapado, lo que reduce en un 80 por ciento su contaminación a la atmósfera», resume. Cruzado estima que, al menos, cada ganadería tendría que desembolsar unos 32.000 euros: 20.000 de adaptar la cuba (ya que las que hay en Asturias suelen ser de carga lateral, no trasera, como la que habría que usar para inyectar los purines) y otros 12.500 euros del aparato inyector. «Y los tractores que suelen tener las ganaderías asturianas no tiene potencia suficiente», remata.

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