Publicado el: 01 Nov 2018

Nieve de octubre, siete lunas cubre

Por Beatriz ÁLVAREZ

Llevo desde el domingo con el coche atrapado en Salcedo, ha sido un mal menor. No será que mi padre no me dijo «mira Bea que te la juegas», de verdad que no pensé en ningún momento que la cosa se iba a poner tan fea, pero lo que menos sospechaba era el caos que se originó después. Sinceramente la belleza de la nieve es incomparable con ninguna cosa del mundo, no sé, quizás la bravura de la mar pueda compararse con ella, una por el silencio, la otra por el sonido, pero no lo tengo muy claro. El tema es el siguiente, aunque las previsiones eran poco halagüeñas, la madrugada de sábado al domingo la primera nevada del otoño, empieza a tomar forma, desbordando cualquier previsión. A las 3.00 de la mañana del 28 empiezo a preocuparme porque la mesa y las sillas del jardín ya no se ven; a las 5.30 marcha la luz. Desde las 3.00 de la mañana estamos en contacto los vecinos y muy temprano los grupos de whatsapp empiezan a echar humo, no hay luz en ningún punto del concejo y los móviles agotan las baterías. Cuando parece que empieza a amanecer, no amanece y cuando por fin lo hace y puedo salir de casa, la nieve es mucho más que una promesa. Eso sí, el espectáculo es precioso, pero nada, efectivamente, no puedo sacar el coche, tiene como medio metro de nieve, tenemos que espalar para poder sacar otro mejor situado que el mío. A las 13.30 sube la quitanieves, nos dicen que la carretera a Salcedo está limpia, pero que la avería de la luz tendrá para 3 ó 4 días, comemos rápido y arrancamos. Por el camino la carretera hasta Proaza, que por la mañana nos habían dicho que estaba intransitable, está limpia pero el espectáculo de árboles caídos hasta Santo Adriano es dantesco. Hemos oído toda la mañana desde casa el lamento de cada árbol del bosque rompiéndose, vencidas sus ramas por el peso de la nieve. Ha sido tremendo el llanto del monte y al bajar, las ramas quebradas y los árboles doblados me hieren el alma. No hay luz, parece que no la habrá en varios días (como así ocurre). Nos han vendido, hemos desterrado de nuestras vidas las añosas cocinas de carbón que tanto juego dieron e incluso el gas, convirtiéndonos en auténticos yonkis de la energía eléctrica, somos reclusos de un sistema que nos exprime y en este caso, abandona a su suerte las zonas rurales. ¿Fijar población? ¡Ja! Me preocupan todos los ancianos y ancianas que aún viven en nuestras aldeas. Me preocupa que después del último temporal, el último febrero, no se haya retirado ni un árbol ni realizado ninguna labor de mantenimiento de los alrededores de las torres de electricidad. Me preocupa el abandono de los bosques y de las laderas, de los ríos y de las cunetas. El río de Lindes está tomado por cientos de troncos de árboles que estorbarán en sus orillas cuando empiece a deshacerse la nieve que se acumula en las zonas altas. Me preocupa la inacción de las administraciones, la descoordinación, la desidia. Me preocupa que los vecinos solo se acuerden De Santa Barbara cuando truena. Es verdad, la nevada a destiempo nos ha pillado fuera de juego, pero ¿y la prevención? Llora el monte por todo lo que ha perdido, se queja la Tierra, ¿qué estamos haciendo? Es un hecho que el cambio climático ya no es una amenaza, es una realidad palpable. Habrá tiempo aún para reflexionar en serio y dar marcha atrás?
Sin embargo, hay que poner en valor a los vecinos, que han sido valientes y valiosos. Valen mucho nuestros vecinos, los de los pueblos, que se han echado a los caminos a solucionar lo que no soluciona ni el Ministerio de turno ni los Ayuntamientos, organizando cuadrillas de trabajo y limpiando con sus medios las carreteras. Sí, hay quitanieves en las carreteras, pero sólo pueden pasar después de quitar todos los árboles que se han roto como consecuencia del temporal. Hay quitanieves que como en el caso de Villar de Cienfuegos limpian la carretera de competencia autonómica y dejan la local, o como los quitanieves de Ayuntamiento que tienen una arcaica con un operario y cuarenta carreterucas que limpiar. Hay solidaridad real, la de los vecinos. La del sacerdote que ha visitado y se ha preocupado por los ancianos aislados. Y hay insolidaridad entre las Administraciones. Hay muchos trabajadores en las oficinas y muy pocos remangándose para limpiar. Ah, aparte los vecinos, los valiosos vecinos, los incomprendidos vecinos, los míos. Entre la indignación y la preocupación, han buscado soluciones allí donde las administraciones no llegaban. Porque realmente ¿para qué sirve un Ayuntamiento? Es pregunta de concurso escolar, el Ayuntamiento tiene que estar a la altura en estas situaciones de crisis, porque es verdad, la nevada no es culpa de ellos, pero la gestión de la misma, la información a los vecinos y el puñetazo en la mesa, si fuera necesario tiene que venir de la administración local, como se ha visto estos días al alcalde de Somiedo, pidiendo ayuda o a la alcaldesa de Teverga, reuniéndose con la Delegada del Gobierno y exigiendo soluciones. No es tema de partidos, es tema de personas.
La gente está harta, sin embargo las aguas volverán a su cauce y volverá a nevar, este año hasta siete veces, en abril en plena precampaña para las municipales, vamos a ver si lo que no consigue la mala gestión lo va a conseguir la nieve.
Mientras tanto la España Vacía de Sergio del Molino se vaciará aún más dejando lo rural sin esperanza. Yo creía que podía ser de otra forma pero las pruebas son desalentadoras.

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