Las conclusiones de un estudio científico de la Fundación Oso y el CSIC demuestran que se está rompiendo el aislamiento genético entre las poblaciones del oriente y el occidente
La consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez, ha asistido esta mañana a la reunión del Consejo Asesor del Oso Pardo, en donde ha asegurado que la osa Molina se encuentra en buen estado e ingiere la comida que le dejan. La osa fue llevada al cercado grande de Santo Adriano a finales de noviembre, aunque todavía lo que no se sabe si hibernará.
Hoy se han presentado en esta reunión las conclusiones en el estudio genético iniciado en 2013 por la Fundación Oso Pardo con colaboración con el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), los gobiernos de Castilla y León y Asturias y la empresa ENEL Green Power España. En las mismas se confirma que el aislamiento genético delas dos poblaciones de oso pardo cantábrico (occidental y oriental) está tocando a su fin.
La subpoblación oriental del oso pardo en la cordillera cantábrica, integrada por unos 30 ejemplares, se encuentra muy cerca de superar el riesgo de pérdida de variabilidad genética tras constatar un incremento de los cruces con ejemplares de la subpoblación occidental, integrada por unos 200 animales.
La población cantábrica de oso pardo se encuentra dividida en dos subpoblaciones separadas desde hace más de un siglo y los primeros estudios genéticos realizados en la década de los años noventa determinaron que ambas estaban aisladas y que tenían características genéticas diferenciadas.
Asimismo, se constató que se había producido una importante pérdida de variabilidad genética, un riesgo importante dado que puede limitar su productividad y hacerla más vulnerable a problemas biológicos, especialmente en la subpoblación oriental que se situaba en los menores niveles de todas las poblaciones de osos europeas.
La recuperación de ambas subpoblaciones desde hace unos veinte años propició que las localizaciones ocasionales de osos dispersantes detectados en la zona intermedia entre ambas haya aumentado de forma que ya en 2008 se detectó el primer caso de un cruce mixto entre un macho occidental y una hembra oriental.
El objeto del nuevo estudio era determinar si la variabilidad genética en la subpoblación oriental aumentaba y si el crecimiento de la occidental estaba dejando huella genética en la primera.
Tras analizarse 152 muestras de pelos y excrementos de oso pardo recogidas básicamente en la subpoblación oriental y en el corredor interpoblacional, los resultados obtenidos del ADN de las muestras reflejan que el aislamiento genético de ambas está tocando a su fin.
Así, las muestras han individualizado con seguridad 26 osos en los que se refleja un importante flujo de ejemplares y de genes de la subpoblación occidental a la oriental de forma que cinco corresponderían genéticamente al segundo grupo, siete al primero y otros catorce ejemplares cuentan con características mixtas.
Esta circunstancia se ha producido por la fuerte recuperación de la subpoblación occidental, que ha bombeado ejemplares a la zona oriental cuyos osos han dejado ya de tener la variabilidad genética más baja registrada en osos europeos y se sitúa ahora por encima de las descritas en los Pirineos o los Apeninos italianos.
Este aumento implica ventajas como reducir la vulnerabilidad a problemas ambientales y enfermedades y puede contribuir además a que aumente el tamaño de las camadas con lo que la zona intermedia entre ambas poblaciones se configura como un elemento clave para asegurar la recuperación de la oriental.
De esta forma, según el estudio, resulta necesario abordar medidas de permeabilización de las infraestructuras que dificultan el paso de ejemplares y adoptar iniciativas de mejora del hábitat que faciliten el flujo entre ambas grupos e intentar conseguir la presencia permanente de osos en los montes del Corredor.
La subpoblación occidental se extiende por unos 2.800 kilómetros cuadrados desde los Ancares lucenses y leoneses hasta llegar casi a la zona central de la cordillera entre León y Asturias y cuenta con tres núcleos reproductores distintos en los que en 2014 se estimaba que residían un mínimo de 200 ejemplares de oso.
Por su parte, la oriental ocupa unos 2.100 kilómetros cuadrados por la Montaña palentina y la Montaña oriental leonesa con presencia consolidada en los montes cántabros de Campoo de Suso, Polaciones y Liébana y en terrenos del oriente de Asturias.
Esta subpoblación cuenta con un núcleo reproductor consolidado y otro que, tras desaparecer a mediados de los años noventa ha vuelto a recuperarse, con reproducción intermitente, en la primera década de este siglo hasta situar el número de ejemplares en unos treinta.
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Parece ser que nadie la vio comer. Suponen algunos, que por faltar todos los días una pequeña parte de la comida que le dejan, significa que se lo come Molina. Lo más probable, creo yo, es que otros animales que habitan el cercado (de Proaza) sean los responsables, si fuera ella, seguramente se lo comería todo.