Los arqueólogos investigan en Vigaña una necrópolis medieval
Blanca M. García / Belmonte
¿Existió una iglesia prerrománica en las inmediaciones de la capilla de Linares? Aunque la idea parezca descabellada, esta es una de las hipótesis que no descarta el equipo de arqueología agraria que dirigen Margarita Fernández Mier y César Martínez Gallardo, que entre los pasados días 6 y 26 de julio emprendieron en la zona de Vigaña (Belmonte de Miranda) su sexta campaña de excavaciones. Los arqueólogos se trasladaron al despoblado de Linares, es decir, un posible asentamiento –aún por localizar– que podría haber existido en el límite territorial entre Vigaña y el vecino pueblo de Castañera. En concreto, el equipo excavó en el entorno de la capilla de Linares, donde en 2013 había aparecido una necrópolis medieval.
Para esta intervención, el equipo tomó como punto de partida un documento del siglo XII del monasterio de Belmonte de Miranda que mencionaba el lugar de Fontevigaña como límite entre Vigaña y Castañera. A ello se suma la tradición oral, que asegura que en este lugar había existido un despoblado. La última excavación ha permitido sacar a la luz una extensa necrópolis de tumbas de lajas, de la cual han sido documentadas 24 hasta la fecha. La arqueóloga Margarita Fernández Mier, profesora titular de Historia Medieval de la Universidad de León, explica que se trata de “una construcción aterrazada y muy bien organizada”, compuesta por tumbas “más pequeñas y estrechas” que la otra necrópolis que habían excavado anteriormente en San Pedro de Vigaña.
Durante los trabajos de julio, los arqueólogos excavaron seis de las 24 tumbas. De ellas, Margarita Fernández explica que creen que dos eran infantiles y posteriores al resto de la necrópolis, y otras cuatro parecían de adultos y coetáneas. “Disponemos de muy poca información sobre ellas, ya que no encontramos ni un ajuar –como había ocurrido en Vigaña–, ni esqueletos, ni nada que nos permita precisar su cronología. Únicamente huesos aislados y restos cerámicos posteriores”, afirma. Fernández calcula que la necrópolis podría estar fechada entre los siglos X y XII, aunque subraya que es muy difícil precisarlo.
Todas las tumbas aparecidas, que no habían sido alteradas previamente, tienen una orientación este-oeste y parecen estructurarse en función de una construcción religiosa anterior, que estaría ubicada en las inmediaciones de la actual ermita. “Es la hipótesis que manejamos”, explica Fernández Mier, para quien “sería muy interesante encontrar restos de un templo de los siglos VIII o IX”. Por este motivo, el objetivo de las futuras campañas será excavar en los niveles situados por debajo de la necrópolis y “averiguar qué ocurrió previamente”.
Además de Fernández Mier y de César Martínez, esta campaña contó con la participación de una decena de alumnos de las universidades de León y Oviedo. El proyecto estuvo financiado por el Ministerio de Economía y contó con la colaboración logística y económica del Ayuntamiento de Belmonte de Miranda.
Para dar a conocer estos trabajos, Vigaña acogió los días 20 y 21 de agosto talleres arqueológicos a los que acudieron cerca de 70 personas, así como una conferencia a cargo de Margarita Fernández sobre las excavaciones realizadas en Belmonte, que comenzaron en 2009 -aunque en 2014 sufrieron un parón-. Además del Medievo, el equipo halló en campañas anteriores construcciones de distintas épocas. La más antigua es de hace 6.000 años, en el periodo Neolítico, y se considera un yacimiento único en Asturias por su estado de conservación.
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