Otra receta de esas de «sala de espera», de la sala de espera del dentista ja ja ja, aunque bien pensado y sobre todo si hablamos de la clínica a la que llevo yo a los niños, bien se puede llevar este pastel para disfrutarlo en la espera, porque no hay ni un día que entremos puntualmente y que no lleven como mínimo una hora de retraso. Lo que no sé es qué pensarían al vernos comer el dulce.  Pero ya véis, yo sin dulce aprovecho los minutos sumergida en las revistas, que de otra manera no tendría mucho tiempo de leer, aunque la sección de cocina de cada una de ellas es la que mas tiempo me lleva, pues siempre vengo con alguna receta nueva para casa.

Así encontré estas marquesinas. Lo que no explicaba es la razón de su nombre. Tendré que buscarlo en google. Me pareció tan fácil que no dudé en hacerla al día siguiente y, porque me faltaba la almendra, porque si no me hubiera puesto ese mismo día al llegar a casa. Calabaza suelo tener en el congelador, así que solo era cuestión de mezclar ingredientes y en un rato, a disfrutar de un rico dulce que incluye calabaza.

1. Una vez asada la trituramos en la batidora.
2. Mezclamos la calabaza con el azúcar y la ralladura de limón y revolvemos para integrarlo todo bien y que el azúcar se vaya diluyendo.
3. Tamizamos la harina con la levadura y las incorporamos a la calabaza con movimientos suaves y envolventes.
4. Añadimos una pizca de sal y las almendras. Volvemos a mezclar suavemente.
5. Untamos un molde rectangular con mantequilla y lo enharinamos.
6. Precalentamos el horno a 180º.
7. Vertemos la masa en el molde y horneamos de 40 a 45 minutos.
8. Dejamos enfriar y luego cortamos en porciones cuadradas.
9. Para servir espolvoreamos con azúcar glas.

Gentileza de Be cocina en el Payar de Xuan