Serandi, situado en la falda de la peña que lleva su nombre, custodiado en su antigua entrada por los montes de Santo Tomás y Fernanchín, por donde discurre el río Misa, que al llegar a las praderas se le conoce como río Bullera, y al desembocar en el Trubia forma el deslinde entre Proaza y Santo Adriano. Tenían los de Serandi servidumbre de paso por las praderas de Bullera, concedida por la Casa Fuerte de Prada para así poder acceder a los medios de transporte. El camino, único acceso que unía a Serandi con el resto del municipio, corre paralelo al río, pero éste antes de llegar a las pradera de Las Segadas cambia el nombre por el de Pícaros, nombre con controversias, puesto que no hay acuerdo sobre su origen.
Una de las leyendas dice que dos amantes se escaparon y cuando fueron descubiertos en este lugar les gritaron “pícaros, pícaros”. Otra se dice que en este lugar que nombran”Piqueros” se encontraron restos de armas de guerra. Pero, en conclusión, está por conocer el porqué del nombre.
Su entorno es agreste y rodeado de peñascales, donde las cuevas semi rodean el pueblo, algunas de ellas con nombres como el de las “Madexas”. Esta cueva era según la leyenda habitada por las xanas, hadas diminutas que hilaban madejas de oro para tenderlas en la mañana de San Juan. Decían los lugareños que salían de esta cueva y de la fuente de los “Misiegos” al brillar el lucero del alba.
Otra leyenda nos cuenta que en el canto de Copinín, en el fondo había un templo dedicado al dios pagano Pan, protector de los pastores y los rebaños. También y mirando al norte, hacia el mar, está la que lleva este nombre. Otra la de los “Pímpanos”, con estalactitas y la situada en en la parte derecha de Serandi conocida como la del “Empenadoiro”, donde dicen se cobija el ganado caprino y que por tener una entrada difícil no entra el lobo. Y presidiendo, en la altura al pueblo, la gran mole de la “Encelaona”, que como vigía sabe desde tiempo inmemorial de los acontecimientos que ocurrían y ocurren dentro del lugar.
Historia. Edad Antigua
Fueron Serandi al Este y Bandujo al Oeste los primeros núcleos habitados de este concejo. A él llegaron hacia el siglo V antes de Cristo tribus ganaderas del centro de Europa que se fueron asentando en Serandi por los ricos pastos de las Andruas, por lo templado, feraz y por el escaso rocío que allí cae
De las diferentes tribus que llegaron Asturias, cabe destacar la de los Luggones,que junto a la de los Pésicos poblaron lo que hoy es el centro de Asturias. Estas tribus se dividían en clanes y uno de éstos, el de los Ablicos, perteneciente a los Luggones, ocupó el territorio de Morcín. Según D. Ciriaco Miguel Vigil, que en su libro «Asturias Monumental, Caligráfica y Diplomática» lo demuestra mediante la siguiente inscripción de origen prerromano: “ AVINEGLES HIJO DE SEGIUS DE LA TRIBU DE LOS ABLICOS”, lápida encontrada en Castandiello, hasta 1939 capital del concejo de Morcín.
Podríamos decir que por la situación geográfica en la falda del Aramo este clan pudo perfectamente ocupar el territorio que hoy es Serandi.
Hay indicios de haber habido minas antiguas, aunque no puede ser establecida su cronología. Las menciona Pascual Madoz en 1845 en su diccionario: “ y cerca del mismo pueblo existen vestigios de haber explotado alguna mina de plata y también de oro, aunque en tiempos muy remotos».
Edad Media
En este periodo histórico y en el año 891 se funda la iglesia de San Martín de Villamejín, incorporando a esta feligresía a Serandi.
El Castro del cato del Arvellal tuvo transformaciones en sus superficie, afectando a la parte original de las viviendas. Es posible que éstas se hicieran en tiempos medievales con la creación de dos fosos, con contra foso intermedio y torre en la cabecera O. Era un castro defensivo y militar, es lo que más resalta,ya que desde esta posición se controla todo el Valle de Olalíes.
Vida, costumbres y viviendas.
Todos los veranos subían al puerto de las Andrúas en la falda O. del Aramo, con sus familias y ganados donde estos pastores tenía sus cabañas de alzada. Por el invierno bajaban con sus ganados, pernoctando en la falda del Pandiello, nombre que tiene uno de sus barrios. Las casas se disponen escalonadamente desde la falda del monte, entrecruzándose en callejas que descienden hacia una plazoleta, donde se encuentra la zona noble, con la escuela y la iglesia. Aún hoy se conservan alguna casas edificadas sobre la roca y manteniendo el clásico forno de cocer el pan.
Son muy abundantes los hórreos y paneras, algunos con dibujos encima de las colondras, así como establos con grandes tendejones; aunque se mezcla lo antiguo con lo moderno, pero así y todo sigue conservando su tipología rural.
Es interesante ver como vestían. Los hombres llevaban chaqueta negra de paño burdo y debajo un xugón de color blanco; terminaba con los calzones y cubrían las piernas con tejido de lana enrollado, que luego metían en las abarcas que forraban con escarpinos; tocaban la cabeza con la montera y usaban una bolsa de cuero cosida a la ropa, “morrales”, que se diferenciaba de otra que colgaban a la espalda, «zurrones», con la “mosquienda” en los viajes largos.
Hablaban un bable que transcribo. Esto es un diálogo entre tres vecinos, José García “el Canoyo», Manuel Fernández, «el Careño” y José Gª Vázquez, “el Nenao”:
-ya dies?
-El Nenao, otu Canoyo ¿viu por deyures una iguá de miyu que se me sumiu da vecera ya nun paez -El Canoyo, rapaz yo nun sey delia, si te to ecir la verdá na conozo. Entregueste a los pastores o al mosqueiru por elia? Si ya dalgún la viu.
-Nenao, esa iguá de to ya una allorxa, yo si quiziaves la endilgo contra la cuá`l mar, ya to direy.
-Careño, yoviu loitru dia, al chase el sol una iguá recinta, ¿será la to?
-Nenao,Pez la mió. Pos mira so`l pozo das Garayas tirei una pedrá ya nun se tartiu ¡mala probiro!
-Ya pa ande tiró tu Careño? -Barrunto pos pa’l Coorvello.-¡mala sarna y die…!
De este coloquio se deduce que uno de los ganados más abundantes era el caprino.
Y finalmente, ¿qué podemos decir de los vecinos de Serandi? Fue un pueblo que siempre estuvo unido en la adversidad, que luchó por sus derechos, ejemplo el pleito del siglo XVIII; y se da la circunstancia que en este momento siguen luchando por aquello que es suyo; tienen ese tesón que les hace unirse para defender los territorios que desde tiempo inmemorial heredaron de sus antepasados, y también el orgullo de defender la tierra donde se nació.
Solo los pueblos que luchan por lo que les pertenece se les puede llamar valientes.
Quiero terminar describiendo el gran mirador que es este pueblo en sí mismo. Es una gozada asomarse y ver el paisaje que lo rodea: Villaurel, la Forcada, el valle de Proaza, El Pico Castiello con Proacina detrás, La Cruz de Linares y sobre todo el verdor de todo este entorno. También difuminándose en la lejanía el pueblo de San Martín.
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