Por José María RUILÓPEZ
[Desde mi antojana]
En un reciente vuelo de Madrid−Asturias comprobé cómo para acceder al avión había que subir a un autobús, que te lleva desde la terminal hasta el aeroplano, estacionado a dos kilómetro de distancia. Protesté ante unos cuantos usuarios diciendo que para Asturias ni hay AVE, ni pasarela para embarcar en el aeropuerto madrileño. Apenas unas risas me dieron la razón, pero no me resolvieron el problema. Además, el vuelo llegó con una hora de retraso, parece que por rotura de un asiento, y, para más colmo, muchos maletines de mano tuvieron que ser facturados por falta de sitio en los maleteros de la cabina, lo que demora la salida de la terminal en Asturias al tener que esperar la entrega de ese equipaje que debiera ir con el viajero, según la norma de la Cía.: menos de 10 kgs. y las medidas consabidas.
Eso sin mencionar que el vuelo de ida, Asturias−Madrid, llegó con más de una hora de retraso por el pinchazo de una rueda, que repararon en la pista a la vista de todos los pasajeros desde la terminal, lo que ocasionó la pérdida de mi enlace con América, retrasándolo un día. Hubo quien comentó que en la Fórmula 1 cambian cuatro ruedas y echan gasolina en seis segundo. Pero otro más avisado indicó que en el automovilismo tienen 15 personas para la operación y en el aeropuerto sólo había dos mecánicos.
Ahora leo “que el Tribunal de Cuentas no fiscalizará las obras de la variante ferroviaria de Pajares, tras bloquear ayer el PP con sus votos esa posibilidad, solicitada por el diputado Segundo González, de Unidos Podemos”. No entiendo mucho de este asunto, pero lo que está claro es que entre unos y otros las comunicaciones con Asturias llevan un retraso lamentable. Ayer todavía el Presidente Rajoy anunciaba el AVE a Murcia para este año 2018.
Esta región es una cenicienta para las
comunicaciones con la meseta
Asturias es una cenicienta para las comunicaciones con la meseta. Cuando se habla con gente de Castilla dicen “allá abajo” para referirse a una provincia oculta bajo la niebla, escondida tras una cordillera infranqueable y de gente triste por la lluvia y la incomunicación con el resto de España hacia el sur. Mientras tanto aquí perdemos el tiempo en nimiedades aldeanas, en disquisiciones rotularias de nombres ancestrales y en discutir si era así o asá. La visión de futuro del politiqueo local amalgamado con lo regional es tan estrecha y limitada que sólo genera discusiones de plaza de pueblo al sol o de taberna entre vaso y vaso. Estamos donde estamos porque salimos poco de “allá abajo” y no nos conocen fuera salvo por la fabada y la sidra. Porque para ir a Madrid tienes que invertir medio día, cambiar una rueda, colocar bien un asiento, esperar que abran un túnel gigantesco o pasarte seis horas de carretera aburrida.
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