Solemos tener un concepto de la propiedad que invita a referirnos al lugar donde vivimos como nuestra casa. Sin embargo, no caemos en la cuenta de que, en general, solamente la habitamos con la benevolencia de la madre Naturaleza, el permiso del banco al que pagamos la hipoteca y el capricho político que pulula por el conglomerado de las administraciones públicas.
Es por ello que estamos expuestos a perder “nuestra casa” por muchos y variados motivos: terremotos, inundaciones, impagos, el trazado de una autovía, la construcción de un pantano, un aeropuerto con o sin aviones, bombardeos indiscriminados…
En el mejor de los casos, existen seguros o expropiaciones que pueden compensar económicamente el desalojo o la pérdida parcial de lo que pensábamos ─por el mero trámite de pagar el recibo de la contribución─ era nuestra propiedad; en otros casos, ya podemos darnos por contentos con sobrevivir a las catástrofes y a la barbarie humana.
Por eso puede resultar egoísta que, a tenor de lo que simula ser una acción de interés general, como la construcción de un parque eólico, uno se queje de lo que considera un atropello. Un atropello fruto de la connivencia entre descarnadas empresas energéticas que solo miran por sus intereses y el afán recaudatorio de los políticos que se doblegan ante ellas.
¿Eso quiere decir que estoy en contra de la energía eólica? No: estoy en contra de que Asturias se preste a una repoblación indiscriminada de aerogeneradores, de que en Candamo se facilite esa posibilidad, y de que, además, sea la Mortera, encima de la casa donde vivo, la Sierra de Sollera, uno de los lugares elegidos para su implantación.
¿Es egoísta decir que el valor de la casa que habito se devalúa en gran medida con la construcción del parque eólico en sus proximidades? Puede ser. ¿Es egoísta decir que esa pérdida no tenga ninguna compensación económica por parte de la empresa ni del Ayuntamiento? No lo niego, puedo reconocer esa parte egoísta de la que se nos acusa a la mayoría de los vecinos afectados.
¿Y la pérdida de calidad de vida? ¿Eso también es egoísmo? Porque tener delante de los ojos, zumbando noche y día, unos mamotretos giratorios gigantescos que harían enloquecer aún más a Don Alonso Quijano no parece que represente precisamente una mejora en la calidad de vida.
A parte de otras muchas y justificadas alegaciones individuales, colectivas, políticas, sociales, ecológicas o de cualquier otra índole que se posicionan en contra de la instalación de este parque eólico, las quejas que en principio algunos y algunas dicen que es puro egoísmo de unos pocos, es fácil que se conforme en pesadilla de muchos, porque este primer parque eólico en Candamo abre la puerta a que vengan más, con sus líneas de alta tensión por las que evacuar la energía, con sus parques de baterías para su almacenamiento, con sus desmesuradas pistas de acceso para facilitar el ensamblaje y mantenimiento de piezas enormes. En definitiva, con ese destrozo medioambiental que muchas veces nos cuesta ver hasta que lo sufrimos a la puerta de casa.
Una vez que se consolide la infraestructura inicial, los costes de producción, transporte y almacenamiento de la energía se abaratan, y la posterior concentración en el concejo y alrededores de más infraestructuras similares se justificará por la existencia de otras previas.
Ese es el futuro más que probable y no muy lejano de un municipio con un entorno rural, y hasta ahora acogedor para el asentamiento de población, que una parte de la corporación municipal no ve o no le interesa ver.
Pues la clave para que todo esto no llegue a suceder es más sencilla de lo que parece; una acción de política municipal básica: que consiste en evitar el cambio de uso del suelo que se tiene que aprobar en un pleno del ayuntamiento. Ahí se podrá ver quienes venden a los vecinos de Candamo en favor de los intereses de las grandes empresas y de los políticos que no ven más allá de la recaudación conseguida a costa de destrozar el entorno y la vida de la gente que lo habita.
Hoy hubo una primera toma de contacto, en un pleno en el que los representantes municipales se tuvieron que retratar y posicionarse en lo concerniente al parque eólico y a una parte del futuro del concejo: unos claramente a favor, otros con rotunda oposición al proyecto y en defensa de los afectados, algunos con medias tintas, excusas y negativas basadas en rencillas personales.
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