El veterano fotógrafo Arsenio Álvarez recibirá el próximo 9 de julio el reconocimiento a «Trubieco del año» que otorga la Sociedad de Festejos local

Redacción / TRUBIA

Las fiestas de Trubia de 2018 homenajean a un testigo de excepción de cuanto ha ocurrido en la localidad durante los últimos 60 años. Arsenio Álvarez, fotógrafo y corresponsal gráfico de diversas cabeceras históricas, se ve «un poco abrumado, pero muy contento» al recibir el galardón a «Trubieco del año». Nacido en 1931, con su infancia repartida entre Sama de Grado y Trubia, Álvarez se siente muy arraigado al valle y a sus gentes. «Trubia siempre tuvo mucha vida, hace 30 años el pueblo era referencia en toda Asturias en fiestas, en música y en diversión, con el Casino a la cabeza», asegura. Cogió su primera cámara «al venir de la ‘mili’, en el 55, cuando mi hermano se fue a trabajar a Avilés y me dejó la máquina», explica.

Comenzó a llevar sus primeros carretes al revelar al estudio de Arrieta, en Oviedo. Éste le animó a seguir, «y empecé a hacer fotos de bodas, romerías, o a la gente que cantaba en los chigres, en las fiestas del pueblo, al Juvencia, a la peña ciclista…» relata. Pronto daría el salto a profesional, abriendo su propio estudio en La Casona y ejerciendo de corresponsal para diarios como «Región» o «La Nueva España». Sin darse mucha importancia, Arsenio asegura que «lo importante son las fotos que haces y no el que las haga», y aunque, como buen profesional de la cámara, no es muy dado a protagonismos, sí que admite que «es un orgullo ser de Trubia». Por ello está «muy agradecido a la Sociedad de Festejos Sofetru por este nombramiento», y su deseo por ello está muy claro: «que las fiestas de Trubia no desaparezcan nunca». El 9 de julio, domingo, se le entregará el premio de «trubieco del año». Quizá sea esa la foto de su vida, o al menos la que resuma su amor por unaa patria chica en la que, desde hace 87 años, lo ha visto (y fotografiado) casi todo.