Publicado el: 04 Ago 2018

Linares, un conjunto arqueológico único que abarca 4.000 años

La campaña dirigida por Margarita F. Mier ha concluido hoy con el hallazgo de un horno de la Edad del Bronce como hito principal

Los arqueólogos, trabajando en el yacimiento.

Redacción/Belmonte de Miranda

El yacimiento arqueológico de Linares-La Castañera es «un conjunto único en la forma en que se ha abordado su excavación y en la diacronía (la cantidad de etapas históricas) que abarca». Así resume la arqueóloga Margarita Fernandez Mier la campaña de excavaciones que hoy ha finalizado en Belmonte de Miranda, y en la que destaca el hallazgo y la datación de un horno al aire libre de la Edad del Bronce, construido hacia el siglo X a.C. «del que no se conoce un equivalente en todo el norte peninsular» como principal hito.

Mier, directora de este proyecto, resalta asimismo «el interés y el respeto» de los vecinos del concejo y de los participantes en las visitas guiadas al yacimiento, alrededor de 70 personas divididas en grupos durante las tres sesiones celebradas, que pudieron comprobar cómo en un área muy pequeña (no más de diez hectáreas) se concentran restos arqueológicos de interés pertenecientes a muy diferentes etapas históricas. «Hablamos de una ocupación en distintos períodos que abarca más de 4.000 años», explica la directora. «Desde el Neolítico hasta la construcción de la capilla del siglo XVII, hay etapas y horizontes arqueológicos variadísimos». Esto se traduce en la presencia de asentamientos prehistóricos «de la edad del Hierro, del Bronce o la Cultura castreña», pasando después a documentar huellas de romanización y de la etapa tardorromana,  y constatando asimismo la ocupación efectiva del entorno en la Edad Media con la existencia de una necrópolis del siglo X, más  la citada capilla, que extiende su uso desde la Edad Moderna hasta nuestros días.

De momento, el horno de la Edad del Bronce sigue siendo el principal hallazgo que ha brindado la campaña en la que las abundantes lluvias dificultaron algunas jornadas de trabajo. Cerradas las catas arqueológicas, Margarita Mier explica que «durante el invierno vamos a recibir los análisis de laboratorio sobre los pólenes y las cenizas extraídas, que ayudarán a sacar en limpio más detalles». La arqueóloga espera que eso ayude a dilucidar el uso del horno, ya que al no tener un referente similar, «tenemos que compararlo con hallazgos parecidos que hay en Francia o el mundo anglosajón». «Antes de esta campaña yo hubiera asegurado que era un horno doméstico, pero ahora no podemos afirmarlo y tenemos que tener más elementos que avalen esa u otras hipótesis sobre su finalidad». En previsión de que el año que viene puedan seguir retomando las investigaciones sobre el terreno, la arqueóloga insiste en el carácter único de la zona, no solo por la alta concentración de hallazgos históricos en una superficie muy pequeña, sino también «por ser una prueba de la resiliencia del paisaje asturiano», ejemplificando la capacidad de transformación y recuperación de un área de montes y pastos que, pese a ser ocupada y explotada por el ser humano, la naturaleza sigue su curso sobre ella y siglos después, mediante la cata arqueológica, permite desvelar desconocidas huellas de nuestro pasado.

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