La promoción 79-83 del centro educativo trubieco, al que acudían alumnos del entorno, se reunió ayer, algunos tras 35 años sin verse
Beatriz Álvarez/Trubia
El reencuentro de parte de la promoción 79-83 de los alumnos del antiguo colegio Santa Bárbara de Trubia fue motivo ayer de emoción, recuerdos y risas. Muchos se preguntaban al encontrarse cómo han pasado tan rápido los últimos treinta y cinco años. 18 alumnos y alumnas, que por momento fueron 20 pues algunos que no podían quedarse a cenar, se acercaron a saludar a sus antiguos compañeros de aulas, de este colegio vinculado a la Fábrica de Armas y que ocupaba el edificio en el que ahora está el Instituto Río Trubia. La cita sirvió para compartir recuerdos y anécdotas de sus días escolares y ponerse al día de este tiempo en el que el contacto ha sido menor.
Una foto colgada en redes sociales sirvió como punto de inflexión para que cuatro de los que aparecían en ella decidieran que era el momento de reunirse. Era una foto sacada por Arsenio el fotógrafo, en la que estaban todos y todas vestidos para hacer la famosa tabla gimnástica del colegio Santa Bárbara de Trubia. Habían pasado más de 35 años. Montse González capitaneó la búsqueda con la ayuda de Julio Pedro Rodríguez, Yolanda González y Eva Cuesta. Las pesquisas dieron resultado y en menos de dos meses se localizó prácticamente a todo el grupo y se decidió que el reencuentro tenía que producirse ya. El lugar elegido, cómo no, fue Trubia. Hicieron un recorrido por ella, y como antaño, tomaron algo en la confitería del Vasco, fueron a la sidrería El Bosque (donde entonces se hacían guateques) y finalmente, a cenar a Casa Puyo. En las fotos no están todos los que son, ya que en esta ocasión alguno no pudo acudir por lo que ya quedan emplazados para la siguiente.
Este centro escolar tenía la particularidad de que muchos de sus profesores eran militares procedentes de la Fábrica, así ayer recordaban a sus profesores de Matemáticas, el Coronel don Santos y el Comandante Berenguer o a su profesor de Física, el Teniente Coronel Loste.
El colegio al que acudían niños y niñas de Trubia y su entorno, pero también de concejos vecinos con Proaza y Teverga, ofrecía educación de calidad gratuita a los hijos e hijas de los trabajadores, pero también tenía alumnos y alumnas que no tenían vinculación a la Fábrica. Este centro escolar fue, en algunos casos, el paso para que aquellos chicos se hicieran aprendices de lo que fue el núcleo más importante de formación y generación de empleo en la época, la misma fábrica.
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