Chema Madoz y el alma de las cosas

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La Casa de Cultura de Grau acogió con emoción la entrega del premio Aula de las Metáforas al fotógrafo que ha sabido captar la poesía de los objetos

El fotógrafo Chema Madoz, ayer en la Casa de Cultura, durante el acto de entrega del premio Aula de las Metáforas/ Mónica Vega

Por Plácido Rodríguez

La Casa de Cultura Moscona abrió sus puertas al mediodía para celebrar la ceremonia de las metáforas. Entre los muros de la antigua galería del Palacio Miranda-Valdecarzana el premio se convirtió en ofrenda cuando el premiado abrió sus ojos de chamán para susurrar la magia de los objetos.

Aunque la sala se quedó pequeña, el público no esperaba con impaciencia; tal vez por esa peculiar distracción que experimentan en ocasiones los cerebros cuando se aflojan el corsé de los estereotipos y se relajan para rumiar imágenes. Y es que durante la espera, consciente o inconscientemente, se revelaban en blanco y negro algunas de las fotografías que a lo largo de su larga y ancha carrera  Chema Madoz había inoculado en la cabeza de los espectadores.

Y comenzaron la intervenciones, con pequeñas pinceladas de atrevimiento; aunque cautelosas, a la espera de ese volcán emocional que erupciona por la garganta de Fernando Beltrán cada vez que las palabras y el sentimiento se funden con el magma de la Poesía.

Leopoldo Sánchez Torre presentó el acto con la templanza que subyace a una dilatada experiencia como profesor universitario. Manuel García Rubio consiguió sobornar por unos minutos a la prosa administrativa que impera sobre las actas del jurado. Berta Piñán navegó entre dos aguas, con mano firme y suave,  manteniendo el rumbo con protocolos de “Conseyera” sin perder de vista su singladura de poeta. Elsa Suárez sucumbió al Aula de las Metáforas como una digna “Conceyala” de Cultura. Y Fernando Beltrán soltó la lava. Y el tren de la poesía descarriló una vez más en Grado, Grau, Grao, Prámaro, Moscolandia o como quiera que dé en llamarse al pueblo de los 100 nombres, como descarriló en Castilla el tren que el día antes trajo a estas tierras Astures a Ana Morente y Chema Madoz, rizando el rizo de la metáfora.

Y ellos son los que cerraron el acto, en una recreación del programa de RNE,  “La radio tiene ojos”, que presenta Ana, para depositar en las ondas el talento de los creadores. Esta vez con un formato más visual, de cara a los oyentes que presenciaron  la entrega del premio del Aula de las Metáforas, un lugar sugerente y exquisito en la que la Poesía anidó hace 16 años.

Y Ana y Chema fueron cómplices de una tertulia vivaz, a la vez de sosegada,  en la que la presentadora fue destapando algunos frascos donde Chema Madoz almacena el perfume de su obra. Y no hubo secretos. Las palabras fluyeron a la vez que las imágenes se asomaban por el fondo de la sala. Y Chema fue modulando la voz para contarnos con un humor pausado el nexo de las fotografías (pulsadas en la cámara con el dedo corazón) con las greguerías del prolijo escritor Gómez de la Serna. Nos habló de su vínculo con el poeta Joan Brossa, que se hermanó con él merced a la intersección de la obra visual de ambos. Y Ana Morente le dijo que era un ávido lector, y lo definió como ecléctico. Y Chema se postuló como caótico. Y algunos pensamos que podía ser las dos cosas, cuando detuvo el tiempo para señalar unos ojos de luz que atravesaban las persianas, proyectándose  en el suelo de la sala, a modo de dos raíles intermitentes, metáfora visual, como la que hizo  descarrilar el tren que nos trajo la magia de su voz y su fotografía.

 

 

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