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Los vencidos de la cueva de Llamero

Inicio Las Regueras Los vencidos de la cueva de Llamero

Un documental recuperará la atroz historia de los tres “fugaos” de Candamo

De izda. a dcha., Héctor Menéndez, realizador y los espeleólogos Xesús Manteca y Alberto Medina

Esther Martínez/ Candamo
Alfredo Cuervo, Manuel López y Francisco González, ‘Pachu Polo’, hijo de Leopoldo el gaitero, tenían entre 22 y 26 años cuando terminó la guerra civil en Asturias, en octubre de 1937. Los tres eran de izquierdas y decidieron esconderse en la cueva de La Veiga, en Llamero (Candamo), a la que se entra por un angosto agujero. El habitáculo interior no permite ni estar tumbada a una sola persona, y eran tres. Era imposible casi sentarse y cuando lo hacían, sus pies quedaban metidos en charcos de agua.
Todo se precipitó cuando fueron delatados. Uno de ellos, Alfredo Cuervo, abandonó el escondite convencido por su suegro de que saliese, que nada le iba a ocurrir. Pidió beber en el río y allí mismo le dispararon; murió en el acto. Los otros dos permanecían en el interior de la gruta. Durante varios días, según el relato de sus descendientes, los familiares fueron obligados a acudir a La Veiga. Durante un día y una noche la cueva fue bombardeada.
En el exterior se reunían padres, suegros y familias enteras. Algunos fueron interrogados, como la mujer de Manuel. “A mi madre la torturaron, la molieron a palos, debajo de la panera donde los llevaban a declarar. Estaba embarazada y debido a las torturas a las que fue sometida, abortó, pero no sólo fue eso; el resto de su vida quedó traumatizada y siempre la conocí enferma, lloraba siempre. En mi infancia el recuerdo de mi madre es el de una mujer débil y trastornada por la barbaridad que tuvo que sufrir”, afirma Aida López, la hija de Manuel. Previamente habían interrogado y torturado hasta la muerte a Juana y a Cándida, madre y hermana de Manuel, respectivamente. “Fue un pueblo muy castigado; en mi familia además de mi padre, mi abuela y mi tía, también mataron a dos hermanos de mi madre y a una cuñada. Seis personas sólo en mi familia. En aquellos tiempos el pueblo se llenó de huérfanos”, asegura Aida López.
Tras varios días y noches de interrogatorio, duros castigos y amenazas a sus familiares, desde el exterior se oyeron dos tiros. Nunca se supo si ambos se suicidaron o si uno mató al otro y luego se suicidó. Fue uno de los sucesos más trágicos de la historia de Llamero.
Un hombre conocido como el ‘enterrado’ de Ventosa fue obligado a entrar a la gruta, para ver si estaban muertos; alguien dio la orden de que si estaban muertos, les cortasen la cabeza y las sacasen para que todos los vecinos fueran testigos. Dicen que hubo quien exhibió las cabezas por el pueblo, haciendo paradas frente a las casas de sus familiares. Después de este terrible episodio, las autoridades ordenaron meterlas dentro de un saco y fueron depositadas de nuevo en la cueva.
En los años 80 Aida López, hija de Manuel, pidió permiso al cura para que se sacaran los cuerpos de aquel siniestro lugar y pudieran recibir cristiana sepultura. Cuatro chavales entre los que se encontraba el marido de Aida, Fernando Suárez, acompañados por el párroco, consiguieron entrar a la gruta. El impacto para ellos fue tremendo, pero lograron que los restos de Manuel y de Francisco, fueran enterrados en el cementerio de Llamero, mientras que los de Alfredo permanecen sepultados en un lugar de La Veiga, ya que nadie conoce el sitio exacto donde fue asesinado.
Estos días Héctor Menéndez Aneiros, con lazos familiares en Candamo, estudiante del Ciclo Superior de Realización del C.I.S.L.A.N. (Centro Integrado de F.P. de Comunicación, Imagen y Sonido de Langreo) con el asesoramiento de la Asociación de Recreación Histórica Frente del Nalón, de la que su padre Enrique Menéndez es vicepresidente, y con la colaboración de la Asociación de Vecinos de Llamero-Ferreros, ha iniciado la grabación de un documental. “Los vecinos se han volcado en ayudar con testimonios y búsqueda de documentación en el registro civil, pero además hemos consultado y seguimos investigando en el Archivo de la Memoria Histórica y en el de Ferrol. Es importante conocer datos que aún quedan por hilar; en qué frente estuvieron, saber su hoja de servicios y si hubo juicio, de qué estaban acusados”, afirma el realizador.
Para conseguir financiación han realizado un ‘crowfunding’, en el que han participado 55 mecenas y casi han duplicado en veinticinco días el objetivo inicial de 700 euros El trabajo constará de una parte testimonial, donde tres de los descendientes contarán la historia y doce actores, casi todos ellos del grupo de recreación histórica, serán los encargados de las escenificaciones.Unas veinte horas de grabación para seleccionar veinte minutos de documental, que culminarán con el estreno en junio de “Vencidos, Castigo y Silencio”, una historia trágica que convirtió la cueva de La Veiga en una trampa mortal.

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