En primera línea

Jaime E. Fernández

Las luces del alba comenzaban a regar todas las calles. El sol aún no asomaba por el horizonte y la actividad matutina todavía no estaba presente. Detuve mi Ford Mondeo en el semáforo, pues rojo avisaba peligro. Había veces que a esas horas algún conductor desalmado no respetaba las normas de circulación, por lo que cuanto más expedita estuviese la vía, más prudente se debía de circular.
Una joven con una bata blanca rodeando sus brazos, recién planchada o al menos así parecía, se acercó y dirigiéndose a mi me dijo: ‘¿Está libre?’, a lo que contesté: ‘por supuesto’. Acto seguido subió al vehículo para indicarme: al Hospital Clinico, por favor. Inicié en la fase verde del semáforo la primera carrera de la mañana. A la vez que conducía con diligencia, observaba el amable rostro de la joven por el espejo retrovisor. Piel blanca, recién aseada, despedía un suave aroma a flora fresca que emanaba de su piel fruto seguramente del jabón de baño recién utilizado. A medida que avanzábamos ella no dejaba de enviar mensajes con su teléfono móvil, a la vez que los recibía. Continuaba hacia nuestro destino por las calles desiertas de la ciudad, a la vez que el día era más evidente. Cuando del rostro de mi pasajera pude observar como rodaban unas lágrimas, me quedé helado. No eran lágrimas de dolor, seguro. Ni de pena tampoco. Ni de añoranza de un amor lejano o perdido. Pude identificarlas, eran lágrimas de desesperación. Del combatiente que no deja de luchar, que no da por perdida una batalla, pero que siente que no gana las suficientes. Llegamos por fin al destino, y detuve el taxi a la puerta de las urgencias.
La joven, a la vez que se limpiaba el rostro, me pregunto. ¿Cuanto le debo?. A lo que contesté: A los héroes no se les cobra.

Redacción

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  • Me parece un relato, con un fin maravilloso, todo pasa por algo, espero que este señor siga ofreciéndonos este pedacito de lectura fantástica,y gracias al periódico por ello,saludos

  • Una breve y maravillosa descripción de los héroes laboriosos, que están luchando en la primera línea del frente contra esta pandemia.
    Sin los medios necesarios y en unas condiciones salariales que no reconocen, ni ahora ni antes, la gran labor que siempre desarrollan. Sirva de homenaje a todos ellos y mis felicitaciones al autor de tan bello y emocionante texto.
    Un abrazo para todos en estos difíciles momentos.

  • Precioso relato. La perspectiva humana, personal y sentida de lo que en los informativos son números y estadísticas. La de veces que habrá pasado en la realidad. Muy muy emocionante. Y muy bien escrito.
    Se agradecen estos contenidos!

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Redacción

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