Publicado el: 08 May 2020

Historia inacabada de la infancia en libertad condicional (II)

Emilia BARRIO

Pedagoga y técnica de Juventud

Ya pasó un mes desde la primera parte de esta historia inacabada de la infancia, en esta película de confinamiento pandÉmico pasan los días rápido y los meses despacio. Un mes, en esta fase de resistencia, en el que la infancia recobró visibilidad y donde tengo la sensación que fueron a menos los bulos, a más la saturación informativa y crecen las críticas a la gestión del gobierno. Este virus hace temblar muchos axiomas, surgen nuevos problemas que necesitan nuevas y rápidas soluciones y se abre un tiempo de repensar y cambiar, no solo a nivel personal, también institucional y
político.

El 18 de abril el presidente de la nación, Pedro Sánchez, comunicaba que los niños hasta 12 años (luego serian hasta 14) podrían salir a la calle con unas normas, hasta el día 26 que se hizo realidad el sueño de muchos, la información era contradictoria y rozó el esperpento cuando una ministra matizó que la salida sería acompañando a los padres a tiendas, farmacias y gestiones financieras. Ahí temblaron desde las cajeras de los supermercados hasta los pediatras y epidemiólogos, pasando por las madres y los propios niños que después de 40 días en casa su mayor ilusión no era salir a la farmacia. Así vivimos otro hito histórico con esta pandemia: un vicepresidente de Gobierno, Pablo Iglesias, pide perdón públicamente a los niños y niñas españoles e incluso adaptan el mensaje a la infancia y matizan las directrices con la regla de los cuatro unos: una vez al día, una hora, un kilómetro y un adulto acompañando.
El domingo 26 de abril, los niños y la niñas salieron a la calle, para los que preveían que todo iba a ser un desastre lo fue, porque somos un país de padres irresponsables y pequeños alocados y por redes vimos la foto del mismo grupo de inconscientes en tres ciudades distintas de España, también vimos (menos) la de una niña de 5 años en una la playa de Gijón recogiendo basura. Todo depende si para reflejar y leer la realidad usamos el gran angular o el teleobjetivo.
Otro cambio de guión en la película “Un mundo nuevo”, o quizá este debería ser de escenografía. La pregunta es: ¿hay multitudes de familias en los parques, o las ciudades no cuentan con espacios suficientes para que los niños puedan correr libremente en zonas verdes cercanas a sus hogares?
Hay niños y niñas que no quieren salir, en casa están seguros, temen la calle y a ese virus peligroso que está ahí fuera. Los psicólogos lo llaman el ‘síndrome de la Cabaña’. Muchos bebés, nacidos al inicio de la pandemia ven por primera vez rostros humanos distintos a los padres y fuera de una pantalla.

Los diálogos de la película tienen un vocabulario específico que vamos integrando y asumiendo y así se van anunciando fases de desconfinamiento para la vuelta a “la nueva normalidad” siempre que se cumplan los parámetros establecidos. El primer sábado de mayo se puede salir a pasear y hacer deporte y se marcan horarios para las poblaciones de más de 5.000 habitantes, los niños tiene horario restringido de 12 a 19h.

Otro giro de guión, ahora los privilegiados y envidiados son la infancia rural, esos que hasta ahora no tenían buena señal de internet para hacer deberes, que viajaban una hora para ir al cole, que el columpio lo tienen en el árbol y el cine a una hora. La escuela, como sus usuarios, sigue cobrando protagonismo y el escenario se muestra cambiante, ahora sí que llega la tan demandada revolución pedagógica: disminución de ratios, incorporación de nuevas tecnologías, cambios metodológicos, didácticos, organizativos…todo en dos meses, nos coge desprevenidos y sin suficientes medios. La información no es clara ni lógica, se habla de continua improvisación, quizá porque las soluciones no son fáciles en un escenario que se conoce tan poco, por otro lado las propuestas tampoco son tan diferentes a la de otros países europeos. Los colegios abrirán en junio para grupos de menores que necesiten apoyo escolar, para los que preparan la EBAU y niños menores de 6 años que sus padres lo necesitan por motivos laborales. En septiembre las aulas tendrán 15 alumnos por turnos, compatibilizando el aprendizaje presencial con el virtual y manteniendo distancia de seguridad de dos metros incluso en el patio de recreo. Y aquí surgen las preguntas y polémicas, por un lado ¿cómo guardar distanciamiento físico con niños pequeños? 15 alumnos por aula, 15 online ¿cómo van asumir los maestros desdoble de clases presenciales y de metodología? ¿Se contratara más profesorado? ¿Hay medios tecnológicos adecuados y
suficientes?

Luego está el tema de la brecha digital, que no se soluciona con enviar equipos y tarjetas de internet a las casas. Hay que saber quien está en esas casas para recibirlos: el niño solo, los padres tele-trabajando, los abuelos que no les tocó la era digital, la madre con otros tres hermanos, la cuidadora… el papel compensador de la escuela se puede transformar en facilitador de una brecha social más profunda.

Y en toda esta nueva organización escolar las familias dicen ¿con quién dejamos a nuestros hijos mientras nos incorporamos de nuevo al trabajo? Los abuelos son vulnerables, no hay actividades alternativas ni públicas ni privadas: colonias urbanas, guarderías, campamentos de verano…y surge la pregunta ¿es la escuela la responsable de la conciliación laboral y familiar? No, responde el profesorado, nuestra labor no es de guardería, es la formar y enseñar. ¿Serán las empresas las que asuman la conciliación o las entidades privadas o la administración local? Nuevamente el virus nos reta a buscar soluciones rápidas y eficaces porque sino, en nada, los pequeños volverán a casa de los abuelos a falta de otra opción y eso sanitariamente no nos conviene, puede llevarnos a la casilla cero de la pandemia. En estos tiempos de revolución la cultura se reinventó, la creatividad se agudizó, las familias nos readaptamos, la solidaridad afloró, la comunicación cambió; ahora estamos en la transición a una “nueva normalidad” que va a exigir mucha y buena “nueva política” para afrontar tantos retos. Una “nueva oportunidad” para construir un mundo mejor, no la desaprovechemos, nuestro hijos lo agradecerán.

Comentarios:
  1. Jean Carlos dice:

    Sin desperdicio. Cada palabra, cada frase, muy acertada con todo esto que está pasando, digno para que muchos lean

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