La alcaldesa, Rosa Rodríguez, entregó esta mañana las primeras placas de su marca de turismo sostenible a ocho establecimientos turísticos que superaron una auditoría de buenas prácticas

El acto, el primero tras el confinamiento, sirvió también de presentación del nuevo vídeo promocional del concejo, «un mundo rural mágico y tranquilo»

Redacción/Grado

Belmonte de Miranda tiene mucho que ofrecer, y el Ayuntamiento quiere que el mundo lo sepa. En el primer acto público organizado en el concejo tras el estallido de la pandemia, la alcaldesa, Rosa Rodríguez, entregó las primeras ocho placas de su marca de calidad turística, a ocho establecimientos que superaron una auditoría de calidad y buenas prácticas, que se espera ampliar a más negocios este mismo año, «a medida que vayan incorporando» las medidas de sostenibilidad y calidad, entre las que están, por ejemplo, apostar por los productos locales y de cercanía y por la eficiencia energética. El acto de entrega de las placas se celebró en el centro sociocultural de la villa y fue retransmitido en directo por las redes sociales. Rosa Rodríguez estuvo acompañada por Jorge Vallina, responsable de Global Consultoría Turística, que ha diseñado el plan estratégico de turismo del concejo, que incluye entre sus medidas precisamente la puesta en marcha de la marca de calidad. Los establecimientos que superaron la auditoría son: los restaurantes La Casona de Rey (Alvariza) y Gran Restaurante Cela (Belmonte); los alojamientos Casa Rural Blasón (Lorero), Agroturismo La Casona de Belmonte (Oviñana), Spa Rural Mirador de Miranda (Cutiellos), Gran Hotel Rural Cela (Belmonte), Apartamentos rurales El Molino de Valdelagua y La Fabriquina (Agüerina), así como la Casa del Lobo (Belmonte). La alcadesa destacó el esfuerzo realizado por estos empresarios para sumarse al plan estratégico, que persigue «que los viajeros nos conozcan, y vuelvan».

El acto sirvió como presentación del nuevo vídeo promocional del concejo, un recorrido por la belleza de los paisajes naturales, de las casonas,  los museos, los pueblos o los ríos, el Pigueña y el Narcea, «un mundo rural mágico y tranquilo».