Pesaba diez kilos y encerraba en su interior más de 3000 ejemplares de avispón asiático. La Asociación Antivelutina de Grado ha eliminado en lo que va de año 150 nidos
Redacción / Grado
El joven moscón Javier Estrada, que se incorporó en verano al equipo de la Asociación Moscona Antivelutina, consiguió hacerse con un nido gigante de vespa velutina en Castañao, su pueblo. El enorme nido de avispón asiático fue descubierto en una finca privada la semana pasada, a quince metros de altura en un cerezo. Ni la altura ni el peso del nido (cerca de diez kilos) le desanimaron y dos días después de inyectar el nido subió a retirarlo, consiguiendo bajarlo en perfectas condiciones para poder verlo de cerca. De forma casi esférica tiene un diámetro de 60cm, 75cm de alto y 1.96m de perímetro, encerrando en su interior más de tres mil ejemplares de vespa velutina entre adultos y larvas.
La mayoría de los nidos en esta época ya alcanza un tamaño considerable, como lo demuestra el nido de la fotografía, sin embargo siguen apareciendo nidos pequeños a nivel de suelo, por lo que las labores de limpieza de fincas todavía no se pueden considerar seguras. En el concejo de Grado en lo que va de año ya se han descubierto y eliminado más de 150 nidos, y según vaya cayendo la hoja de los árboles esta cifra seguirá aumentando, al igual que en el resto del Principado, que ya suma más de 5.000 nidos localizados y eliminados.
El avispón asiático está ahora en su época de mayor actividad, con nidos de grandes dimensiones que ya han empezando a criar los reproductores, machos y reinas, y la presión sobre las abejas y los demás insectos se encuentra en su máximo. Los colmenares que tengan nidos en sus alrededores están literalmente avasallados por los avispones que encuentran en ellos la despensa perfecta para alimentar a sus voraces y muy numerosas larvas. Los avispones adultos por su parte necesitan glucosa y fuera del nido la buscan en el néctar de las flores, en las secreciones de algunos árboles y en la fruta, pudiendo llegar a arruinar cosechas enteras en los sitios que sufren la mayor invasión.
La lucha principal ahora mismo se centra en la localización y eliminación de los nidos, y para los apicultores en la defensa de sus colmenares, para la cuál han aguzado el ingenio con distintos sistemas de trampas para adaptarse a unas circunstancias especialmente duras.
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