Publicado el: 23 Oct 2020

Diamantina, “maestra de vida y obra”

Anabel Santiago y Marisa Valle Roso rinden homenaje a la artista quirosana en su centenario, una “voz bravía” que abrió paso a las mujeres en la tonada asturiana

Diamantina Rodríguez / Mónica Vega

Beatriz Álvarez / Quirós

El 14 de septiembre Diamantina Rodríguez cumplió cien años. La que es una de las figuras más queridas y reconocidas de la tonada asturiana nació en Vil.laxime, Quirós. Con alguna neblina en la memoria pero con una actitud vital fantástica, descansa alejada de los escenarios, regalando sonrisas generosas y miradas llenas de luz que llenan su cara, que no delata su edad. Diamantina, que comenzó a cantar siendo una niña e hizo una carrera musical envidiable, recibe estos días homenajes llenos de cariño. La quirosana que abrió la puerta grande del mundo de la tonada a las mujeres, dándoles su lugar, es hoy un referente para las nuevas voces femeninas de la canción asturiana. Así Anabel Santiago (Buenos Aires, 1981) la define como “brújula de una generación”. Para Santiago “Diamantina fue, es y seguirá siendo la brújula de toda una generación, llamada a renovar la canción asturiana. Ella (sin ser consciente en su época) marcó las pautas a seguir para empoderar su figura de cantante aguerrida, carente de prejuicios, luchadora y revitalizadora de un repertorio propio y en otras ocasiones magistralmente elegido (como el Cancionero de la Lírica de Torner o el de Baldomero Fernández) que la convirtió en lo que hoy es. Un referente”. Destaca Anabel Santiago que “no son pocas las voces que hablan de su fuerza y de su arranque en el pasado glorioso de la mujer diamante. Ella tenía siempre la generosidad por bandera, y así trascendió a las voces que hoy en día la seguimos y divulgamos. Fue para nosotras maestra de vida, de obra y de pensamiento. Su ‘Arboleda bien plantada’ o ‘A la madre del mineru’ quedarán para la posteridad”. Otra de las voces con más proyección del panorama musical asturiano, Marisa Valle Roso (La Felguera, 1987) se suma también a este homenaje. Valle Roso recuerda con cariño la primera vez que escuchó cantar a Diamantina “tendría unos doce o trece años y estaba descubriendo la asturianada a través de las cintas de casete que Alfredo Canta, mi maestro, me proporcionaba. Allí estaba ella, con su voz desgarradora, potente, con una personalidad que la hacía única”. La neña que se iniciaba en la tonada pasó horas escuchando aquellas interpretaciones “para que no se me escapara ningún detalle, ninguna vueltina. ‘Laves la cara’ fue una de las primeras canciones que aprendí de ella, así como ‘Yo soy una vaqueirina’, porque Diamantina dominaba todos los estilos y géneros, aunque para mí ‘Arboleda bien plantada’ es su canción estrella”. Marisa Valle Roso la define como una mujer valiente que “aún adentrada en un género totalmente patriarcal, consiguió tener su lugar y que se la reconociera. Tiene una seguridad en sí misma envidiable. Es simpática y divertida en las distancias cortas y está llena de sabiduría que comparte generosamente con todos los que tenemos la suerte de conocerla”.

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