Luis GARCÍA DONATE

Muy buenas mi querido público, de nuevo volvemos aquí a nuestra platónica caverna del pensamiento para compartir alguna que otra reflexión. Me alegro de encontraros tan bien como el mes pasado, si os parece comencemos.

Resulta que hace poco me enteré de que un vecino muy querido, cuya identidad espero que comprendáis que me guarde para mí, cumplía cien años. A la publicación de la presente ya los habrá cumplido pero aún así me permito felicitarle efusivamente en este artículo. El caso es que de camino a casa después de saber lo que arriba comentaba me dio por pensar que si bien todo el mundo piensa a su manera y por lo tanto esa manera es ya de por sí, singular, alguien con un siglo de vida debe haber visto mucho cambio, prácticamente si se piensa con cuidado, el mundo en el que ahora vive no es ni de lejos el mundo en el que nació. Cuando uno vive tanto, Dios quiera que lleguemos a descubrirlo con salud, se convierte en una especie de bisagra entre dos eras, y a mi parecer debe ser digno de atención la forma en la que se ve el mundo actual con los ojos de alguien nacido hace ya cien años. Da perspectiva y eso nunca viene mal. Ya puestos, para no dejar nada en el tintero, también sería útil ver el mundo con los ojos de alguien de dentro de cien años, pero lamentablemente no disponemos de las paradojas temporales necesarias para lograrlo, además, antes de mirar al futuro se debe mirar al pasado, esa es mi conclusión. Bueno, hasta aquí la disertación de este mes, como reza el dicho entre los oradores “vete  rápido y déjalos riendo” . Espero que hayáis disfrutado del curioso hecho que aquí cuento y que os haya dado que pensar, nada como tener la cabeza llena de ideas para que no le de a uno por cavilar maldades, que de esas, por suerte o por desgracia , hay de sobra. Cuidaos mucho y hasta la próxima.