ASAJA, COAG y UPA alertan de que el aumento de la protección al lobo pone en riesgo la viabilidad de la ganadería extensiva, «vital para la gestión del territorio y la lucha contra los incendios»
Las organizaciones agrarias piden la implicación de Pedro Sánchez, y acusan a Teresa Ribera de «enfrentar al mundo urbano con el medio rural, y actuar sin el mínimo consenso»
Redacción/Grado
«El Ministerio nos ha declarado la guerra». Así resumen las organizaciones ASAJA, COAG y UCA su postura ante la decisión de la Comisión de Patrimonio Natural de elevar la protección al lobo y prohibir los controles de población, en el curso de una rueda de prensa a nivel nacional, en la que pidieron «la coexistencia» con la especie, «porque lo que está en riesgo ahora es la propia ganadería extensiva». El presidente de ASAJA, Pedro Barato, puso en cifras la evolución de la especie y la ganadería, con datos de la vecina comunidad de Cantabria: según sus cifras, en 1998 había en Cantabria censados 27 lobos y más de 30.000 ganaderos, y en 2019, último año con datos, hay 207 lobos y 4.400 ganaderos. Las tres organizaciones destacaron el papel de la ganadería extensiva en la gestión del territorio, «vital, por ejemplo, para la lucha contra los grandes incendios», en palabras del secretario general de UCA, Lorenzo Ramos. Las tres organizaciones han enviado una carta conjunta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la que pide su implicación para frenar la decisión, aprobada con el voto contrario de las comunidades autónomas más afectadas por la presencia de la especie. «El Ministerio de Transición Ecológica ha actuado sin ninguna intención de consenso, y lo que ha hecho es una declaración de guerra a los ganaderos. Ha enfrentado a comunidades autónomas entre sí, y ha enfrentado al mundo urbano con el mundo rural», aseguró Barato, que insistió en que el lobo ibérico no está en peligro de extinción. «De hecho, está en una fase de recuperación completamente expansiva. El gran peligro es la desaparición de la ganadería extensiva», señaló el presidente de ASAJA.
Miguel Blanco, secretario general de COAG, destacó que la ganadería en pastoreo es imprescindible para la gestión sostenible del territorio, «y a cambio de este trabajo de conservación del medio natural y la biodiversidad, se agrava aún más la situación de las ganaderías familiares, haciendo casi imposible un relevo generacional. Solo lo entendemos como resultado del oportunismo político, el postureo y el mayor de los sectarismos. Es la prepotencia de los despachos».
El secretario general de UCA, Lorenzo Ramos, destacó por su parte que en la polémica sobre la protección del lobo se está presentando al ganadero como «el malo, el depredador, el que mata lobos. Pero eso no es verdad. Nosotros los ganaderos no matamos lobos, los alimentamos. Si nos extinguimos también sufrirá la especie, que goza de muy buena salud en España. Solo en Zamora hay unos 400 ejemplares, más que en toda Francia. Y cuando la ganadería extensiva desaparezca, ¿van a venir de Madrid a gestionar el territorio?».
Las declaraciones del secretario de Estado de Medio Ambiente, el asturiano Hugo Morán, en el sentido de que la PAC pueda ayudar a cubrir económicamente parte de los daños a las ganaderías fueron recibidas por las organizaciones agrarias con indignación. «Los fondos de la PAC son de los ganaderos y agricultores, que trabajan para producir alimentos de calidad para la población, y ahora quieren trincarlos para arreglar sus desaguisados», arremetió Barato. «Con la PAC no nos pueden engañar más: llegará con recortes, y ahora nos quieren hacer pagar además sus descosidos», afirmó Miguel Blanco.
A la rueda de prensa asistieron varios ganaderos de distintos lugares de España, afectados por los daños del lobo, que destacaron que además del daño material sufren «un enorme daño moral» por los ataques a su ganado, y se sienten «ciudadanos de segunda». «No queremos acabar con los lobos, queremos una coexistencia y éste no es el camino».
Las tres centrales auguraron movilizaciones. «Si no las convocamos nosotros, irían los propios ganaderos, nos desbordarían», unas protestas sólo frenadas por la pandemia.
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