Personalizar las preferencias de consentimiento

Usamos cookies para ayudarle a navegar de manera eficiente y realizar ciertas funciones. Encontrará información detallada sobre cada una de las cookies bajo cada categoría de consentimiento a continuación.

Las cookies categorizadas como “Necesarias” se guardan en su navegador, ya que son esenciales para permitir las funcionalidades básicas del sitio web.... 

Siempre activas

Las cookies necesarias son cruciales para las funciones básicas del sitio web y el sitio web no funcionará de la forma prevista sin ellas.Estas cookies no almacenan ningún dato de identificación personal.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies funcionales ayudan a realizar ciertas funcionalidades, como compartir el contenido del sitio web en plataformas de redes sociales, recopilar comentarios y otras características de terceros.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies analíticas se utilizan para comprender cómo interactúan los visitantes con el sitio web. Estas cookies ayudan a proporcionar información sobre métricas el número de visitantes, el porcentaje de rebote, la fuente de tráfico, etc.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies de rendimiento se utilizan para comprender y analizar los índices de rendimiento clave del sitio web, lo que ayuda a proporcionar una mejor experiencia de usuario para los visitantes.

No hay cookies para mostrar.

Las cookies publicitarias se utilizan para entregar a los visitantes anuncios personalizados basados ​​en las páginas que visitaron antes y analizar la efectividad de la campaña publicitaria.

No hay cookies para mostrar.


Morirse ye lo último

Inicio @ Tribuna Morirse ye lo último
Por Juan CARLOS AVILÉS

[Nos tocó la china]

Mi suegro, al que no tuve el placer de conocer —y lo digo con la pesadumbre de quien pierde una oportunidad irrepetible— fue célebre por sus ocurrencias un tanto surrealistas, como buen lector de La Codorniz. Entre ellas, una rotunda y lapidaria frase, nunca mejor dicho: “Morirse ye lo último”. Como todas las sentencias con aspecto de perogrullada, va mucho más allá de lo aparente. Es todo un axioma, un reto a la trascendencia (ese fardo pesado y estúpido con el que nos cargan nada más venir al mundo) y una invitación para afrontar el último suspiro con el mismo sentido del humor y del amor con el que deberíamos haber llevado la vida. Y, si no, malo. El otro día pusieron en la tele un documental memorable y que todos, guajes y no tanto, tendríamos que ver como una lección magistral de saber vivir, y morir. Eso que tú me das es una entrevista que Jordi Évole le hizo a Pau Donés, el cantante de Jarabe de Palo, quince días antes de que un cáncer de colon se lo llevara por delante, a los 53 años. Se la pidió el propio músico al periodista para dar las gracias al mundo por lo que dejaba detrás. Sin dramatismos ni estridencias. Sereno y consciente. Con amor y con humor. Ahora que se nos han convertido la vida en una permanente y machacona estadística del desastre, envuelta en gel hidroalcohólico y FFP2, empezamos a darnos cuenta de que vivimos desolados porque estamos adiestrados para vivir, pero no para irnos al otro barrio. La muerte es la gran paradoja, el gran enigma. No sabemos nada de ella: ni qué aspecto tiene, ni que lenguaje habla, ni qué pie calza. Pero estar, está. Así que, si no habéis tenido ocasión de ver lo del Évole, tratar de hacerlo. Y si no os arregláis con internet, ya sabéis, preguntar a los nietos. Pero no os lo perdáis. Más que nada, por si acaso.

Deja un comentario

La dirección de email no será publicada.