Publicado el: 11 May 2021

«La sociedad debe combatir la posverdad desde todos los frentes»

«La tecnología ha dado una dimensión nueva a la propaganda para imponer verdades ideológicas al margen de los hechos»

[Entrevista a RAFAEL VÁZQUEZ, filósofo, coordinador de las V Jornadas de Filosofía, que continúan mañana, miércoles a las 17,00 horas en la Casa de Cultura de Grado con la conferencia de Pablo Huerga  «Sobre la mentira de la posverdad: Notas para una teoría filosófica materialista de la mentira»]

El filósofo moscón Rafael Vázquez, coordinador de las V Jornadas de Filosofía de Grado que continúan mañana

L. Naveros/Grado

El filósofo Rafael Vázquez (Grado, 1973) coordina las V Jornadas de Filosofía de Grado, que continúan este mes de mayo y analizan la posverdad, organizadas por la concejalía de Cultura y la Fundación Gustavo Bueno. Mañana, miércoles, Pablo Huerga pronunciará la conferencia «Sobre la mentira de la posverdad: Notas para una teoría filosófica materialista de la mentira».

-Las V Jornadas de Filosofía abordan un asunto muy de actualidad, la llamada ‘posverdad’. ¿Cómo define este fenómeno y porqué han apostado por este asunto?

-Estamos viviendo en un mundo en el que proliferan las ideologías, las religiones, las nematologías (ideologías generadas por instituciones sociales), en pugna por imponer su verdad, al margen de los hechos. La posverdad sería esa ‘verdad’ construida, que se impone por dinámicas de grupo, con el objetivo de manipular a la opinión pública. Apela a los sentimientos, a las creencias, a la sensibilidad, utiliza las nuevas tecnologías y los medios de comunicación, aunque no todos los medios son iguales. También usa las instituciones políticas, el arte.

-La propaganda existe desde siempre, y ha tenido auténticos expertos, como el nazi Goebbels. ¿Estamos hablando de un fenómeno nuevo o es más de lo mismo?

-En cierto modo podemos pensar que la posverdad existió siempre, y que sólo ha cambiado el término con el que nos referimos al fenómeno, pero yo considero que el uso de Internet y las nuevas tecnologías le ha dado una dimensión completamente nueva, a causa de la multiplicación de discursos, de relatos de la realidad. Vivimos en una sociedad con múltiples religiones, ideologías, partidos políticos, y con unos medios de comunicación omnipresentes.

-El problema que se ha visto con las manipulaciones de las redes sociales desveladas en la primera campaña de Trump o el uso de ‘bots’ para hacer virales mensajes por parte de partidos como el PP, por ejemplo.

-Sí, las redes sociales cumplen un papel esencial en esa situación nueva. Por un lado son positivas, pero es imprescindible que la sociedad disponga de herramientas críticas, que sirvan para dominar esas tecnologías y estar alertas respecto a los aspectos negativos de las ideologías. Las redes sociales llegan a un público muy amplio, cada vez más joven, puede unir imagenes, vídeos que parecen reales pero no siempre se corresponden con la realidad, con montajes que potencian sus aspectos emotivos. El cambio es muy rápido, y están teniendo un efecto social tan grande que no siempre estamos preparados para hacerles frente.

-¿Hay usar las leyes para combatir este fenómeno, con el peligro que implica para la libertad de expresión, o cree que es posible que se autorregule?

-El fenómeno de la posverdad hay que combatirlo desde múltiples ámbitos, con muchos frentes. Es una observación muy pertinente, hay un conflicto con la libertad de expresión, que debe prevalecer, pero tiene que convivir con otros tipos de derechos: el derecho al honor de las personas, o el freno a las ideologías que generan odio. Tiene que tener un límite, que lo ponen otros derechos. Entre estos múltiples frentes también está el legal, pero las leyes deben actualizarse, porque la realidad va por delante. Pero también hay que frenarlo desde la sociedad, desde las Casas de Cultura, las bibliotecas o las fundaciones, como la Fundación Gustavo Bueno. De esa necesidad surge el tema de estas jornadas.

-Partidos políticos de distinta ideología están hablando ya sin tapujos de luchar por adueñarse de lo que se ha llamado ‘relato’, por imponer su versión de los hechos. Lo vemos en partidos como Podemos, pero también en el PP de Isabel Díaz Ayuso. ¿Le parece ético o entra dentro del fenómeno de la posverdad?

-Aquí nos movemos en equilibrios muy difíciles. Un nivel de populismo es inevitable y no necesariamente malo, ya que los partidos políticos tienen que hacer llegar su discurso a un público muy diverso, por lo que crean un ‘relato’ muy accesible. Ello no es necesariamente malo, pero hay que mantener el equilibrio y evaluar los efectos que puedan tener. Jugamos con equilibrios muy difíciles, y hay que educar a la población para que pueda interactuar en este panorama complejo, además de exigir que las leyes que marquen los límites estén siempre bien actualizadas. Y desde la filosofía hay que trabajar este problema, no podemos permitirnos una filosofía que se evada de la realidad y que no utilice sus recursos, que son muchos y muy elaborados.

-En esta educación del sentido crítico juega un papel importante la filosofía, pero hay una tendencia a reducir su presencia en la enseñanza.

-Es precisamente uno de los efectos de algunas de estas ideologías, que dan mucha importancia a un tipo de saberes, por ejemplo técnicos, y muy poca a otros. La ciencia y la técnica son muy importantes también para desarrollar un buen sentido crítico, pero no hay que olvidar el papel social de la filosofía. No se puede ignorar una tradición filosófica con miles de años cuando más falta hace. Todas las ciencias nos pueden dotar de herramientas críticas, pero la filosofía aporta herramientas muy especiales, ya que es lo que se llama un saber de segundo grado, es decir, un saber sobre otros saberes, lo que hace que sea muy útil para analizar las ideologías y nematologías. Este último concepto, desarrollado por Gustavo Bueno, es muy interesante, son las creencias que generan las instituciones sociales, por ejemplo, en torno a la cultura de la televisión.

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