La construcción a finales del XIX de esta instalación en el parque Manuel Pedregal se hizo para las actuaciones de la banda municipal, en una época en la que estaban de moda este tipo de equipamientos
Por Beatriz CANITROT
Durante el último tercio del S.XIX se puso de moda la urbanización de los parques y jardines con quioscos de la música, al convertirse estos lugares en centros de vida social y escenario de bailes populares y fiestas. Dejando aparte las diferencias ornamentales de cada uno, todos presentan una misma estructura: un basamento, de piedra o ladrillo, que se usaba generalmente como almacén; columnillas de hierro con barandales uniendo los intercolumnios; y cubierta cupular de madera recubierta de escamas de zinc.
El de Grado, construido para actuaciones de la banda municipal de música, se encuentra situado en el parque Manuel Pedregal y, como el resto de los quioscos diseminados por Asturias, su obra data de finales del s. XIX o principios del s. XX. Junto al de Noreña, sigue el modelo proyectado en 1888 por el arquitecto municipal de Oviedo, Juan Miguel de la Guardia, para el Paseo del Bombé, razón por la que no resulta descabellado atribuirlo al mismo arquitecto.
Se asienta sobre un basamento de obra, hexagonal, donde apoyan seis columnillas unidas por antepechos de forja, que sostiene la cubierta de madera y zinc en forma de cupulilla bulbosa, de seis paños, con cierto aire orientalista. Los frisos se adornan con mascarones delimitados por sinuosos motivos vegetales y cartelas en cada uno de los ángulos. Se sabe que en 1926 el quiosco aún estaba sin cubrir, ya que el Ayuntamiento de Grado aprueba por unanimidad el proyecto de cubrición del mismo en una sesión del 10 de marzo de dicho año. Se pide presupuesto para la realización de la obra al taller de hojalatería Bernardino Burgos de Avilés con planos y una carta en la que se exponen las características que debe tener dicha cubrición: “En la parte alta irá un remate bonito y elegante, cubierta de pizarra formando escamas. En las uniones de los faldones o limas algo de decoración. En los ángulos unos mascarones alegóricos a la música y en la parte de arriba de entre saliente una pequeña crestería.” Tras varias cartas intercambiadas entre el Ayuntamiento y Bernardino Burgos, relativas al presupuesto y los materiales, las obras se retrasaron hasta 1928, año en el que el concejal municipal, Valentín Pérez, presenta un dictamen a la Comisión Municipal Permanente con la urgente necesidad de llevar a cabo, por contrato directo, la obra aprobada dos años atrás, considerando que no se puede demorar por más tiempo el acondicionamiento del quiosco ya que la oxidación del hierro amenaza la estructura del armazón por lo que urge raspar, pintar y cubrirlo para evitar el derrumbamiento total.
El 24 de marzo de 1928 la obra ya estaba ultimada. El resultado final presenta pequeñas modificaciones en relación al proyecto inicial. La cubierta, que inicialmente se había ideado de pizarra, se sustituyó por una de zinc hecha en la Real Compañía Asturiana de Minas de Arnao y los mascarones alegóricos a la música, que deberían ocupar los ángulos de la cubierta, se sustituyeron por sencillas cartelas. La realización de la obra se contrató finalmente con el taller de hojalatería Bernardino Burgos, con quien el Ayuntamiento había mantenido abundante correspondencia durante 1927 relativa a dicha obra.
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