Publicado el: 05 Oct 2021

La escuela de Villamar, sumida en el olvido

El edificio, construido con el esfuerzo de los vecinos de la parroquia en 1930, sigue abandonado, tras no prosperar un proyecto municipal para albergue

A la derecha, la escuela según el catálogo urbanístico del concejo; a la izquierda, estado actual /J. F. Granda

Javier F. Granda/ Salas

El 2 de febrero de 1930 una comisión daba cuenta mediante un listado impreso por la Imprenta Santamarina de Oviedo, de la relación de los vecinos de la parroquia de Villamar, en el concejo de Salas, que contribuyeron con madera y cantidades en metálico a levantar el edificio de la escuela. En total 3.385 pesetas que estos vecinos destinaron de su bolsillo para que sus hijos y los hijos de sus hijos, pudieran formarse en sus primeras letras y aprender lo necesario para progresar y mejorar sus vidas. Eran estas algunas de las preocupaciones de los campesinos asturianos, una preocupación universal. Como mera curiosidad, entre aquellos vecinos se encontraban Celestino Álvarez, de Oviedo, afamado médico cirujano, originario de la parroquia, y Antolín Pazos, vecino de Santiago de Compostela, marido de Leonor Flórez y Suárez de Deza, propietaria del Palacio de Villamar.

Aquellos hombres y mujeres, con el sudor de sus frentes, contribuyeron a la construcción de esta escuela de Villamar, como lo harían en muchos otros lugares de la geografía española, esperando un mundo mejor para los suyos, basado en la educación, el aprendizaje y el conocimiento. Entre ellos se encontraban mis propios antepasados, que creyeron, sin duda, que el esfuerzo que hacían en aquel momento se vería recompensado.

Poco después, tan solo seis años, todo se desmoronaría a consecuencia de un alzamiento militar contra el gobierno legítimo de España que nos sumiría en una guerra absurda, cruel y lamentable que dejaría luego el país empantanado en un atraso del que aún no hemos salido plenamente. En España a lo largo del siglo XX se dan varias corrientes de pensamiento en lo pedagógico desde el Regeneracionismo pedagógico social, el Reformismo escolar hasta el modelo de escuela nacional católica con el franquismo. Este último modelo ocupa varias décadas de vida de la escuela a la que nos referimos.

Pues bien, en esta escuela –y aquí enlazo con lo sentimental– estudió mi padre, de cuyo paso por ella quedan abundantes muestras en cuadernos escolares, dibujos, mapas, redacciones, etc. que sus maestros a lo largo de los años, antes de ingresar en la Academia en Salas, les pedían. Eran habituales los ejercicios donde se dibujase el entorno de la escuela con su bandera, el croquis del pueblo con la iglesia, el caserío, los caminos, prados y montes que les rodeaban. Hoy esta documentación escolar se encuentra en el Museo del Pueblo de Asturias, en Gijón, para servir de fuente para el estudio de la educación en Asturias. Esta escuela de la que tanto he escuchado hablar en las reuniones familiares o entre los vecinos de la parroquia, generadora de un amplísimo anecdotario que es patrimonio de todos los que por ella han pasado, ha tenido una importancia trascendental en la formación de todos los niños de la parroquia de Villamar. Es un símbolo como lo son todas las escuelas rurales que han cumplido un papel básico y trascendental en la educación de tantas generaciones de españoles.

Salvar la escuela

Hace unos años, cuando el edificio comenzó a sufrir un deterioro por la falta de uso y tras muchos años cerrada y abandonada, intenté adquirirla, y para ello me dirigí al Ayuntamiento de Salas. Quería acondicionarla y darle un uso privado al edificio. En algún lugar habrá quedado aquella solicitud como prueba de lo que digo. Veía que aquello empezaba a peligrar y mi idea era salvar la escuela para darle una nueva oportunidad y que no se arruinase. En el Ayuntamiento, entonces, me dijeron que se trataba de algo muy complejo, ya que había que desafectar el bien. Luego me dijeron que había un proyecto de albergue o residencia social para emigrantes. Creí que aquello que me decían sería llevado a cabo en algún momento, pero al pasar los años comprendí que se trataba de una especulación vacía de contenido.

Así es que hoy, y por olvido de quienes han tenido la responsabilidad y el deber de mantenimiento de este edificio, nos encontramos con un espectáculo dantesco al pasar a su lado: la maleza y la vegetación han sobrepasado la altura de la edificación, parte de la techumbre se ha desplomado y la estructura está a punto de colapsar pues la lluvia ha entrado al interior de los muros. A no ser que se acometa una intervención de urgencia, la edificación está condenada a la ruina. Si la edificación aún está en pie es porque aquellos vecinos de Villamar al frente de las obras, emplearon los cinco sentidos y las mejores técnicas constructivas para darle la solidez necesaria, como sólido querrían que fuese el futuro que estaba por venir. Ahora la escuela de Villamar espera su final como lo espera la Asturias campesina, sumida en el abandono.

Dibujos escolares del edificio, depositados en el Museo del Pueblo de Asturias

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