El último viaje de dos taxistas

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La familia de Manuel y José Manuel González, de Grado, que fueron asesinados por falangistas moscones en Llandriu (Las Regueras), lleva el caso hasta los tribunales de la Querella Argentina

Están enterrados en la fosa del Molín de Xilu, donde ya se ha localizado la línea de la trinchera pero donde aún no se han hallado restos humanos

Fotografía de los dos taxistas, con la última recaudación, que la familia ha guardado todos estos años

F. Romero / Grado

La familia de los dos taxistas Manuel González Iglesias, ‘Manolo Chorizu’ de 57 años y José Manuel ‘Manelín’, su hijo de 24 años, ha llevado el caso ante la justicia argentina, la llamada ‘Querella Argentina’ (también lo han hecho ante la justicia española) para reparar la memoria de sus antepasados, que fueron asesinados a sangre fría en octubre de 1937 cuando ya había acabado la Guerra Civil en Asturias, por cinco falangistas de Grado. Las denuncias se basan en en su «desaparición forzada, detención ilegal y asesinato y muerte». Pelayo Coalla, biznieto y sobrino nieto respectivamente de los dos taxistas, lleva ya tiempo luchando por poder recuperar los restos de sus familiares, siguiendo los deseos de su abuela María Lydia González. Ella y otros miembros de la familia se entrevistaron con vecinos contemporáneos de los dos taxistas para tratar de identificar a sus asesinos. Y lo consiguieron.

Manuel González fue convocado a a declarar al chalet de Patallo, centro de torturas de la represión en Grado. Le aconsejaron sus amigos que no fuera porque no saldría de allí. Por eso le acompañó su hijo, que nunca se separaba del padre. Efectivamente allí pasaron tres días y tres noches sometidos a torturas y palizas antes de ser trasladados a la antigua trinchera del Molín de Xilu.

Cuenta Pelayo Coalla que eran cinco los falangistas involucrados en esa matanza. Uno, conducía el camión que les trasladó desde Grado hasta el castañal de Llandriu junto al molín de Xilu (hoy es un maizal). Dos, sujetaban las linternas para iluminar a los prisioneros y otros dos disparaban sus pistolones a los detenidos con un tiro en la nuca. Eran las tres de la madrugada del 25 de octubre de 1937. Según sus indagaciones los verdugos eran, uno era vecino de La Rozada, otro de La Barraca de Arriba y un tercero era entonces el encargado del matadero de Grado. Los otros dos, que descerrajaron sus armas en las cabezas de sus víctimas, eran un conocido relojero de Grado, implicado en delaciones varias hacia sus convecinos y un vecino de Bayo, también de triste recuerdo por su implicación en otras acciones sangrientas.

Según otras fuentes, este grupo, sobre el que recaían las mayores responsabilidades de la represión franquista en el concejo, estaban dirigidos por una persona de una familia de ilustre apellido de Grado. Autores identificados Las circunstancias sobre esta matanza, así como sus autores y manera de proceder, se conocieron gracias al testimonio recogido hace años por Alfredo González Huerta ‘Fredo Taboada’ en una entrevista a Jesús Vázquez, el único de los detenidos que consiguió huir. Al parecer, Vázquez aprovechó un momento de discusión que surgió entre dos de los falangistas que habían malherido a un detenido sin consumar la ejecución. Vázquez se soltó y le dijo al taxista que hicieran lo mismo él y su hijo (eran los últimos que iban a ser ejecutados). Manolo Chorizu declinó la invitación, ya que no quería dejar solo a su hijo que, a causa de las torturas estaba ya medio muerto. «Prefirió morir al lado de su hijo que huir», explica Pelayo Coalla. Vázquez huyó oculto en la oscuridad por un regato que atravesaba la carretera bajo un puente y consiguió salvarse. Los taxistas, sin embargo, fueron los siguientes en ser ejecutados y arrojados a la fosa del Molín de Xilu.

Pelayo Coalla en la casamata del Molín de Xilu
En la fosa yacen 20 vecinos que trajeron desde el chalé de Patallo

F. R. / Grado

Se estima que son 20 los cuerpos sepultados en la antigua trinchera del Molín de Xilu, en la parroquia de Tresmonte en Las Regueras. Esta fosa es una de las que se han incluido en el Plan de Exhumación del Principado de Asturias, las primeras que se harán oficialmente y con fondos públicos, ya que hasta la fecha se realizaban con voluntarios y financiación privada. «Ellos fueron los últimos en salir del camión y vieron como mataban a los demás», explica Pelayo Coalla que cree saber la ubicación exacta de la fosa: «mi abuela me contó el sitio concreto, que ya sabían desde los años 90 tras contarlo Jesús Vázquez, el único que consiguió huir». «Los cinco matarifes falangistas iban con pistolones, boinas caladas y chaquetines de solapa», relata Coalla. Esta familia de taxistas era originaria del alto de La Cabruñana y posteriormente se instalaron enfrente de la antigua fonda de La Cloya, en el número 13. Manuel se hizo taxista en los años 20, consiguió ahorrar y comprar en Madrid un Ford negro. Cuando su hijo regreso de la mili en África, le compró otro Ford para él. En esos años había una decena de taxis en Grado, cuya parada se encontraba junto al actual cafetería Express Delatado por un compañero Cuando estalló la guerra la familia se trasladó a casa de un pariente en Llanes. Tras entrar las tropas franquistas en Asturias en octubre de 1937, los González regresaron con los dos taxis a la villa. «Se encontraron la casa desvalijada porque mi bisabuela había dejado la llave puesta con las prisas. Empezaron a trabajar y a los 4 o 5 días de llegar a Grado es cuando les mandan presentarse en el chalé de Patallo». Allí se encontraban 30 o 40 personas hacinadas en los sótanos. Cuenta Pelayo Coalla que la delación salió de un compañero de profesión que era falangista «que quería quedarse con todos los taxis». Su viuda, Isolina González del Rosal, tuvo que sacar adelante a sus cinco hijos en el barrio azul de Grado. Tenía un puesto «al aire libre» de ropa «y lo pasaron muy mal».

Ocho de las víctimas han sido identificadas

Ocho de las 20 personas que fueron asesinadas en la fosa del molín de Xilu están ya identificadas. Además de los dos taxistas, la información del Ministerio de Memoria Democrática recoge los datos de Alejandro Clemente Fernández, de 33 años, camionero que tenía un bar en Grado; Genara Díaz; Antonio Fernández Alonso, labrador de 60 años; Manuel Fernández Fernández; Sandalio López Fernández y Manuel Luengo.

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