Publicado el: 24 Mar 2022

Colesterol

Por Juan Carlos AVILÉS

[Nos tocó la china]

“Pero hombre, Enrique, ¿dónde vas tan elegante y emperifollado?”, pregunté a mi vecino. “Es que tenemos una reunión con Mario”, me respondió solemne y circunspecto. “¿Qué Mario?”, le dije extrañado. Y él, como si me hubiera cagado en su padre, añadió resuelto y contundente: “¡Pero qué Mario va a ser! ¡Mario Conde!”. Así que no me quedó otra que soltarle: “Tú estás tonto, chaval”. Desde aquel episodio, y ante semejante afrenta, mi relación con Enrique se fue enfriando. Meses después saltó el caso Banesto y su flamante presidente, el ínclito y seductor señor Conde, acabó con los huesos en la cárcel y mi abducido vecino, a la sazón oficial primero en la funesta y desaparecida entidad, vendiendo coches en la manchega Puertollano.

Así se escribe la historia. Esta anécdota, con indudable olor a naftalina, y otras tantas que no me caben, vienen a ilustrar un fenómeno económico y social floreciente en aquella época –los años noventa– y que, como diríamos ahora, llegó para quedarse: la cultura del pelotazo. Y contribuyó a definir un perfil ciudadano, sustentado por las clases medias y la sacrosanta sociedad del bienestar, que con la simple estrategia del palo y la zanahoria nos fue adoctrinando para que, en vez de Robin Hood, que sería lo suyo, todos quisiéramos ser Mario Conde o similar (los casilleros vacios, actualícense al gusto).

Conclusión: una preocupante mayoría nos hemos ido convirtiendo, por abducción y falta de referentes y modelos válidos, en cómplices de un sabroso y codiciado manjar: el chorizo en pepitoria. Todo vale y todo se exculpa, salvo la inapetencia. Y digo la mayoría porque el resto, a los que sólo les alcanza la pringue y apenas para pagar la mórbida factura de la luz –cuanto menos los votos—solo les quedan fuerzas para enarbolar la ya mítica soflama, pero más bajito: “No hay pan para tanto chorizo”. A lo que ahora habría que añadir: ni brazo para tanta vacuna. Pero eso, claro, hay que cogerlo con pinzas, no vaya a ser.

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