El director de la Escuela de Idiomas de Cangas del Narcea, Feliciano Suárez, alerta sobre las comunicaciones: «podemos quedar aislados en cualquier momento»

Esther Martínez/ Cangues

Feliciano Suárez Alonso, (Premoñu, 1979) es profesor de francés en la Escuela Oficial de Idiomas de Cangas del Narcea desde septiembre 2018. Meses más tarde fue nombrado director, cargo que ocupa en la actualidad. Licenciado en Filología Románica por la Universidad de Oviedo (2002) y en Filología Rumana e Italiana por la Universidad de Craiova (2009), durante cuatro años trabajó como profesor de español en Rumanía.

-¿Cuantos alumnos y profesorado tiene la E.O.I de Cangas del Narcea, qué idiomas se imparten y cuál es el perfil que tiene el alumnado?

– Algo más de 100 alumnos y cuatro profesores. Se imparte inglés, desde el nivel A1 al C1, y francés, desde el A1 al B2. Hay más alumnas que alumnos. Entre ellas, muchas funcionarias. También acude la gente por el placer de aprender y hay alumnos más jóvenes, del IES de Cangas. La Escuela de Idiomas se implica en la sociedad y el territorio cangués, organizando actividades abiertas a toda la comunidad (charlas, concursos, festivales, etc.). Estos dos últimos años ha sido difícil por la situación sanitaria. Intentamos hacernos visibles a través de los medios de comunicación y de las redes sociales, ya que el edificio está situado en un espacio un poco marginal dentro de la capital del concejo.

– ¿Es una escuela comprometida con Cangas?

-Intentamos colaborar con el sector turístico diseñando formaciones específicas, que puedan servir como herramientas para ampliar las posibilidades de los negocios. Hemos realizado varias labores de compromiso social, por una parte, entregando ordenadores que no tenían uso en el centro a familias que los solicitaron y, a raíz de la guerra en Ucrania, desde el mes de marzo han habilitado un punto de recogida de ayuda humanitaria. Hasta cinco viajes de Cangas a Oviedo hemos tenido que hacer para llevar la solidaridad del pueblo cangués. Sentí mucha emoción de cómo un acto personal podía ser útil para tanta gente. Me toca especialmente el tema de esta guerra. Viví cuatro años en un país excomunista y conozco el sufrimiento de la gente por culpa de los rusos. Entiendo muy bien el esfuerzo sobrehumano que el pueblo ucraniano está haciendo por no caer de nuevo en la órbita de Rusia. Creo que Ucrania tiene que ser libre para decidir su integración en las alianzas que desee y que nadie puede decirles a los ucranianos cómo deben gobernarse.

– ¿Cuáles han sido los problemas que más le han llamado la atención del Suroccidente?

-El problema más acuciante es todo lo que tiene que ver con las comunicaciones: accesos tan precarios que, como se pudo ver en este último año, podemos quedarnos prácticamente aislados en cualquier momento. Ligado a este están otros problemas: despoblamiento y envejecimiento de la población. La sensación general es que esta zona está olvidada por la administración asturiana y que se acuerdan de ella, únicamente, a la hora de pedir el voto.

-Procede de Las Regueras pero con una situación económica y geográfica muy distinta. ¿Qué diferencias encuentra?

-La principal diferencia, respecto al centro de Asturias, es la capacidad de autosuficiencia que la zona ha demostrado durante siglos y que sigue demostrando. Los pueblos situados en la órbita de las ciudades asturianas han vivido en función de esas ciudades y no se han preocupado por desarrollar las capacidades de su propia tierra. La gente iba a trabajar a las grandes fábricas (Trubia, Oviedo o Avilés) y dejaban la agricultura y la ganadería como algo meramente de subsistencia, como un complemento al sueldo. Aquí, en el suroccidente, y en el occidente, ha habido grandes emprendedores, políticos, personas que han sabido buscarse la vida en las situaciones más difíciles. Las caserías son auténticas factorías, donde se aprovechan todos los recursos, donde hay grandes cantidades de ganado, etc.

– Su tiempo de ocio en Cangas lo dedica, entre otras cosas, a acudir al teatro de la villa..

– Un equipamiento cultural de primer orden. Un teatro pequeñito, muy acogedor y muy bien equipado. En él se hacen representaciones teatrales, pero también proyecciones cinematográficas y conciertos musicales. Todo un orgullo para la villa de Cangas.

– ¿Que recomendaría visitar?

– La iglesia del Monasterio de Courias. Es una auténtica catedral barroca en un rincón perdido de Asturias. El propio monasterio es maravilloso. Es como un trocito de El Escorial.

– Su lugar favorito

– Besullo, que está muy bien cuidado, con un encanto especial. En él nació Alejandro Casona y allí se estableció la primera comunidad protestante de Asturias, que siguió activa hasta hace no muchos años. Curiosamente, esta es una muestra de ese espíritu de superación de la zona: esta comunidad llegó directamente a través del comercio de los ferreiros de la zona con Madrid.