Leticia González y Rubén Bada son músicos profesionales y viven con su hijo de cinco años en en este pueblo de Grado que hasta 2020 solo contaba con dos vecinos y que ellos han convertido en su núcleo laboral y vital
Una entrevista de Rafa BALBUENA
Baselgas
Leticia González y Rubén Bada son músicos profesionales y viven con su hijo de cinco años en Baselgas, Grado. Un pueblo que hasta 2020 solo contaba con dos vecinos y que ellos han convertido en su núcleo laboral y vital. Con su grupo de música folk L-R están a la vanguardia de la música asturiana, y con la decisión de asentarse en este rincón de Asturias llevan un modo de vida que califican, sin titubeos, de “pleno”
-¿Qué lleva a dos músicos de ciudad a venirse a vivir a un pueblo de Grado?
– Rubén: – En realidad no somos tan “de ciudad”. Yo pasé los primeros años de mi vida entre Cardo (Gozón) y Prendes (Carreño) y Leti, aunque nació en Gijón, tiene sus raíces aquí. L-R, como grupo musical, nació en el medio rural y fuimos dando tumbos por diversos sitios durante años. Al final Baselgas era nuestro sitio: los padres de Leti tienen aquí casa. Leticia: – Esta es la casa donde nació mi padre, mi abuelo, la madre de mi abuelo… es la esencia de mi familia y yo pasé aquí la infancia, las vacaciones y demás. El “feeling” que teníamos con esta casa era bastante profundo. Además en esta casa, siempre hubo músicos, era casi una forma de darle continuidad en un sitio que ya tenía valor para nosotros.
– La elección, entonces, no fue casual…
L: – Claro, esta casa tiene algo de mi, es un sitio al que siempre vuelvo.
– ¿Y cómo se organiza la intendencia familiar viviendo al borde del “desierto demográfico astur” y con un niño de cinco años?
R: -Al venir de sitios apartados ya traíamos la idea hecha de que hay que planificar todo: la compra, el kilometraje, la organización, la escolarización del rapacín… Grau está a 12 km y cada vez que sales de aquí hay que “salir” de verdad, con todo organizado. Aparte de eso, compensa la tranquilidad del sitio, el entorno y lo inspirador que es para dos personas que, como nosotros, nos dedicamos a profesiones del ámbito cultural.
«Vivir en un pueblo en el que somos cinco vecinos es una ventaja»
– Y laboralmente ¿es viable para dos músicos en activo?
– R: Vivir en un pueblo en el que en total somos cinco vecinos es una ventaja: podemos ensayar y meter todo ruido que queramos sin molestar a nadie para grabar o ensayar. Luego, por suerte, al tener mucho trabajo nos movemos mucho y no nos da tiempo a sentirnos aislados. Hace unas semanas estuvimos en Canarias, en breves marchamos a Bretaña y después tocamos en Irlanda… vamos y venimos constantemente, Baselgas es una especie de “reducto de paz”.
L: -También hay que decir que como no hay chigre ni hostelería en el pueblo, no tienes opción a hacer la vida social de una ciudad y pasarte la tarde tomando cafés o cañas. Eso ayuda a concentrase. Y hay que destacar que nuestro trabajo llega desde aquí a cualquier parte del mundo. Tampoco idealizamos el mundo rural: hoy ser rural no significa vivir de la ganadería o la agricultura. Mi familia son ganaderos con vacas, pero somos la prueba de que desde un rincón apartado del concejo de Grau puedes dedicarte a la creación cultural, al estudio, la composición y la grabación igual que desde una ciudad. De hecho, somos urbanitas viviendo en la zona rural. R: -Llevamos una especie de “doble vida” (ríe) pero es que esta es la “nueva vida rural”. Hoy, con internet y con las comunicaciones se puede hacer sin problema.
-¿Reciben alguna ayuda institucional o incentivo por esta situación?
– L: No, ninguna. Tampoco la pedimos. A ver, necesitamos lo que toda persona que viva y trabaje en el ámbito rural: buenos accesos, buena cobertura telefónica… pero ayuda específica por venir aquí, ninguna. R: Tengo que decir que yo tengo aquí un estudio de grabación y fabrico instrumentos musicales, y solicité información de los fondos LEADER para desarrollo. Pero por mucha diversificación del medio rural que quieran vender, para un negocio de este tipo en el medio rural no hay ayudas específicas de ese plan. Todavía existe una brecha frente a otra clase de negocios.
– ¿Y su hijo?
– L: Feliz. Va a Grau al colegio y allí hace la vida social de cualquier niño. Además él sí que vive una verdadera intergeneracionalidad. Convive con gente de todas las edades, porque los fines de semana vienen guajes de otros vecinos. Si hubiera más guajes todo el día sería el círculo completo, sería lo ideal. Pero también es cierto que él vive la vida rural y de ciudad a la vez y para él es lo normal. Sabe lo que es pasar las mañanas en un entorno urbano y también ve normal ver a su güelo cabruñando, o ver parir una vaca… se relaciona con los dos ámbitos de vida a la vez y eso para nosotros, no hay dinero que lo pague.
– ¿Cuanto tiempo llevan aquí asentados? Piensan seguir indefinidamente?
L: Dos años, desde que abrieron el primer confinamiento. Y seguir dependerá lógicamente de muchos factores. Y del niño, y de cómo se desarrolle todo en nuestras vidas. También te digo que los chavales crecen: yo misma, con quince años odiaba venir aquí (ríe), pero es que a esas edades lo que quieres es vivir en ciudad, es lo lógico.
-Para concluir ¿una palabra que defina su vida en Baselgas?
R: La mía sería “progreso”. Por raro que pueda sonar, personal y profesionalmente es así. Para muestra, desde aquí construyo instrumentos musicales, los vendo y los envío a países de medio mundo. Y cada vez más. L: “Plenitud”. Aquí tenemos el hogar. De momento, esto es una felicidad absoluta.
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