Las tradicionales construcciones ganaderas están abandonadas

Javier F. Granda / Salas

La hiperconectividad y la consiguiente saturación de información, la ansiedad por la inmediatez, el ritmo de la vida urbana que se ha impuesto y llega a todas partes, los horarios laborales, etc., han llevado a muchos a huir en busca de una desconexión lejos de la ciudad. Hay quien encuentra refugio en el medio rural, en la aldea, otros se evaden viajando o persiguiendo experiencias reales que les distancien de las virtuales que experimentan todos los días tras una pantalla. Nos hemos dado cuenta de la necesidad de retomar el contacto con la realidad para alejarnos de los ritmos impuestos, para romper con las ataduras que nos sujetan a unas dinámicas de trabajo, consumo, ocio, descanso, programadas férreamente, sin que tengamos demasiada capacidad de elección. De ahí que busquemos un apeadero en el itinerario donde bajarnos y preguntarnos dónde nos lleva este viaje y qué sentido tiene. Buscar un refugio requiere del sustento económico que permita la inversión necesaria tanto en la adquisición de una construcción existente y del terreno, como del acopio de materiales y útiles necesarios para darle forma. La cabaña se antoja como una posible vía de escape para evadirse de la vorágine de la vida actual. Un regreso a lo básico, a las formas sencillas donde todo lo que se lleva a cabo ha de ser consciente y por un motivo fundamental: la supervivencia y la vida en sí misma. Lo que hace especial a la construcción que aquí se propone, la cabaña de La Venta, es su ubicación. El lugar destaca por un paisaje agrario y un horizonte abierto a la Sierra de las Traviesas y a la montaña del Courío que sirve de divisoria entre Salas y Belmonte de Miranda. Ubicada en la ladera de la Sierra de Carrales, sobre el valle del Narcea, inmediata a La Venta en ascensión a El Pevidal, en la carretera que comunica el Alto de Ablaneda con La Espina. Una cabaña sencilla para uso ganadero, guarda de útiles y ganado, pero que también pudo servir de refugio al campesino. Construida en piedra de la zona, con planta rectangular y cubierta a dos aguas con estructura de madera, y teja cerámica curva, sin huecos, tan solo un ventanuco y la puerta de acceso. Esta mantiene su uso original y se halla en buenas condiciones. Se trata de un modelo que encontramos en muchos lugares de la Asturias rural y que actualmente experimentan un acusado abandono y progresivo deterioro. La adaptación del uso a nuevas demandas es uno de los problemas con los que nos topamos a la hora de poder habitar estas cabañas, aun de forma estacional. Debería facilitarse los cambios de uso para recuperar muchas de estas sencillas construcciones y evitar su deterioro. Existe una demanda y una necesidad por volver al campo donde debiera ser posible desarrollar actividades productivas relacionadas con el medio, pero también con el deporte al aire libre, o la vida en la naturaleza, además de nuevos modelos residenciales, que permitan recuperar las edificaciones y darles una nueva vida allí donde el modelo ganadero se haya extinguido. Esta cabaña se ubica además en una zona de minería histórica, como lo es toda el área de Ablaneda, Viescas, Godan, donde en época romana se explotó el oro. A escasos metros, en la finca contigua, entre la cabaña y La Venta, se ubicaba un gran depósito de contención de época romana que servía para embalsar las aguas que eran conducidas a los frentes de explotación minera, sobre los que se depositaron estériles al llevar a cabo las obras de acondicionamiento de la carretera Piedrafita a la Bouga, incluidas en el Plan Provincial de Obras y Servicios de 2000, quedando este y algunos otros vestigios aledaños a la carretera colmatados, arrasados y hoy irreconocibles. Cabañas ganaderas como esta de La Venta destinadas para actividades relacionadas con el deporte o vida en la Naturaleza, siempre que estén avaladas por una propuesta seria de recuperación de espacios e implantación de usos respetuosos con el medio, podrían suponer una posible vía de repoblación del campo.