Publicado el: 23 Feb 2023

Llamas, como Venecia en cuanto llueve

Los vecinos del pueblo trubieco deben atravesar auténticos canales para entrar o salir de casa

Uno de los enormes charcos que embalsan la carretera de Llamas.

A. B./ Trubia

De la iglesia de Santa María de la Riera sale la carretera de Vivero y Llamas, dos pueblos de Trubia que en cuanto llueve se convierten en una pequeña Venecia: poco menos que tienen que salir en barco. La carretera, de poco más de kilómetro y medio, transcurre a la vera del río Trubia, por debajo del ‘palaciu’, y llega hasta San Andrés, en donde desemboca en la Senda del Oso. La falta de mantenimiento ha ocasionado enormes socavones, en donde embalsa el agua, de forma que es casi imposible atravesarla caminando sin llevar botas de agua. Cuando deja de llover, se transforma en un barrizal por el que patinan los coches, y en algunas viviendas el agua les entra hacia las casas. “Antes, hasta la pandemia, de vez en cuando se acordaba de nosotros un trabajador del Ayuntamiento, que pasaba por aquí y echaba gravilla o zahorra que sobraba de otras obras en lkos socavones más grandes. Al menos era algo. Desde que se jubiló no se acuerdan de esto para nada y ha ido poniéndose peor, de forma que ya casi hay que entrar con todo terreno, y desde luego una ambulancia, con lluvia no pasa”, alerta José Manuel, uno de los vecinos afectados, que destaca que hace unos años los residentes cedieron gratuitamente terreno para ampliar la carretera. “Hicimos la cesión sin coste alguno con la promesa de que serviría para asfaltar la carretera, pero luego empezaron con que no había presupuesto y hasta hoy”. Sí pasan anualmente a besbrozar los operarios municipales, “pero lo que cortan queda en los borden y acaba empudreciendo, lo que hace que el agua embalse aún más”.

Los residentes han mandado varios escritos reclamando al Ayuntamiento el asfaltado de la carretera, pero por ahora no han conseguido ninguna respuesta. “No creo que estén así las carreteras de los concejos más pequeños, nosotros estamos en la capital y nos sentimos completamente abandonados, no podemos ni salir de casa”.

Una vecina vadeando un charco.

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La Voz del Trubia