Publicado el: 15 Mar 2023

Hornos de cal en Ribera de Abajo

Aún se mantienen a duras penas en pie algunos caleros, que deben ser protegidos

Calero El Viso en el lugar de Siones, parroquia de San Juan Bautista de Caces. Archivo Valle de Las Caldas y su entorno.

Ángel de la Fuente

Una de las más antiguas menciones de la cal en nuestro valle se remonta a la construcción del malogrado puente de Puerto en el siglo XVI, pero a partir del último tercio del siglo XIX -1870- la fabricación de óxido de calcio (CaO) comienza a ser una realidad que perdura hasta mediados del siglo XX. José Luis García López del Vallado afirma que en ese año se comenzaron a construir varios hornos de cal en Caces y sus inmediaciones. Uno de los constructores era natural de esta parroquia, José Rodríguez, conocido como Pinín de Caces del que López del Vallado tuvo noticia mediante el testimonio oral de una nieta, Zenaida, que falleció a los 98 años hace un par de décadas. Pinín construyó varios caleros y extendió su actuación hasta Trubia y Santa María de Grado. Aquellos hornos tenían un sistema de doble pared separadas por un hueco que se rellenaba de arcilla para conservar mejor el calor que se conseguía con el carbón (cisco) que el Nalón iba depositando en su lecho entre Palomar y Caces. A lo largo de 4 kilómetros se llegó a extraer por término medio al año 1000 quintales a finales del siglo XIX, pero esta cantidad fue incrementándose en las primeras décadas del siglo XX -1000 toneladas-. El río en este tramo está en pleno curso medio-bajo de modo que la sedimentación de los materiales que arrastra es importante, nada más hay que dar un paseo para constatar los abundantes remansos en este trayecto que se prolonga hasta Trubia con abundantes llerones, islotes y corrientes anastomosadas. La extracción del carbón por parte de los lugareños en pequeñas barcas de fondo plano mediante el refueye (1) implicó litigios con Ribera de Arriba que pretendía usurpar el “pozo carbonero” del Machón en Puerto en la segunda década del siglo XX como consecuencia del auge de la producción de cal cuyo destino principal era por un lado agrícola, las tierras de labor, y por otro la construcción y blanqueo de las dependencias de las casas, así como el saneamiento de cuadras y establos (2).

La fiebre de la cal se mantuvo mediado el siglo XX. Jacinto Fernández Díaz, de Puerto, a quien recuerdo conduciendo un SEAT 600 en los años setenta, pidió autorización para aprovechar la caliza del Fornón y construir un calero. La producción era transportada por carretas de bueyes por una topografía accidentada hasta llegar a La Arquera. Menos complicado resultaba el embarque en el ferrocarril por el hecho de estar ubicada la explotación sobre las vías del Ferrocarril Vasco-Asturiano, concretamente la que daba salida al carbón de la cuenca del Caudal a San Esteban de Pravia tras desviarse desde Buciello y enlazar con la línea Oviedo-San Esteban en Puerto. La actividad fue efímera y el destino de la producción con toda probabilidad satisfizo la demanda de la Fábrica de Trubia, Química del Nalón y Fuente-Trubia en San Claudio, conocida popularmente como El Tallerón. Otros destinos fueron Mieres y Figaredo para sellar los envíos de carbón en los vagones.

Aurelio Martínez Naves, de Santa Marina de Piedramuelle, en 1946 se hizo con la cantera de Carmen Fernández López en Piñera -Carmen Belarmo- y solicitó construir un horno de cal cuya actividad tampoco se extendió mucho en el tiempo. Compartió entre su clientela Trubia y El Tallerón a los que hubo que sumar las tiendas de materiales de construcción de Oviedo y la demanda de particulares para obras menores. La llegada masiva del cemento portland, el éxodo rural que conlleva el abandono de tierras y las migraciones intra e interprovinciales fueron las causas del cierre de esta actividad industrial. España había dejado de ser un país rural para convertirse en un país urbano dentro de un contexto político, social y económico denominado desarrollismo a partir de la década de los sesenta del pasado siglo, no en vano una carroza en el marco de las fiestas del 15 de agosto en San Juan de Priorio por aquellos años mostraba el pasado y el presente.

Ribera de Abajo aún mantiene a duras penas en pie algunos de los caleros. El inventario de hornos de cal de interés patrimonial existentes en Asturias (Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias) menciona en Caces los caleros de La Payarona, Ramón de Polín, Curuxu y Los Carbayos; sin embargo, llama la atención en la documentación consultada que no haya referencia alguna a estos artefactos en la parroquia de San Juan de Priorio y al menos han funcionado seis: Regueru La Cuesta, Forna, Fuexos, Cali, La Premaña y Casielles. Este último se mantiene en pie dentro de una finca a la vera del camino que conduce hasta El Barco, muy cerca del que hemos conocido como chalet de La Maqua, pero el de La Premaña se lo llevó por delante la construcción del campo de golf en 1998.

La Consejería de Cultura tiene la obligación de actualizar el inventario del patrimonio cultural porque estas construcciones deben ser como mínimo preservadas. Son el testigo de la tecnología de una época en la que han prestado una función importante en el ámbito de la construcción y de la agricultura. Tanto el nuevo gobierno como la corporación que salga de las urnas el próximo 28 de mayo de 2023 están obligados a poner al día el censo de caleros, además de restaurarlos, señalizar su ubicación y difundir información sobre ellos respectivamente como ejemplo del compromiso con la preservación, mantenimiento y difusión del patrimonio natural y cultural.

1. El refueye era una pértiga larga con una red en sus extremos inferior. Era manejada por hombres. Estos iban refoyando -se hacían pequeños pozos en el fondo (fueyos)- el río para sacar el carbón con ese instrumento, que era cribado en las orillas gracias al trabajo realizado por las mujeres. Resolución de 21 de mayo de 2015, de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, por la que se incluye en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias una selección de 31 hornos de cal de tipología tradicional existentes en Asturias (BOPA, 1 de julio de 2015), p. 89. 2. En los concejos de Oviedo, Grado y otros centrales, cuando se rompía el monte para cultivo se encalaba fuertemente el suelo arcilloso (suelos fuertes, pesados, pegajosos. García López del Vallado, JL: “La cal en Asturias”. Muséu del Pueblu d’Asturies. 2015, p.100. Esta roca, cuya utilidad como piedra de construcción y para el blanqueo es muy conocida, puede ser también muy útil para abonar o mejorar las tierras de labor que carecen de su mezcla. García López del Vallado, JL., Op cit, p. 122. No obstante, damos por cierta esta relación y vinculamos la exportación de cal desde Asturias a Galicia con la construcción, el encalado de las tierras y la composición de plaguicidas. García López del Vallado, JL., Op cit, p. 124.

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La Voz del Trubia