La geóloga Sandra Tronco volvió a Grado y apostó por cultivar shiitake en El Bondeyo para tener tiempo para criar a su hija
A. B. / Grau
«Soy de Grao de toda la vida. Al terminar la carrera de Geología me fui a trabajar a Cantabria, donde pasé varios años, hasta que volví a Grao en el 2016. Cuando tuve a mi hija en 2018 decidí que un trabajo convencional, con sus horarios, no era compatible con la crianza que quería dar a mi hija, así que pensaba en encontrar algún proyecto que pudiera compaginar. Asistí a un curso sobre micología con mi padre, aquí en el Ayuntamiento de Grao, y buscando información descubrí el método tradicional japonés para cultivar seta Shiitake. Y de esta forma tan inesperada, me embarqué y conmigo, también mi familia, en este proyecto, que toma el nombre de mi apellido, De Tronco, no podía ser más apropiado ya que el cultivo se realiza sobre troncos». Así se presenta Sandra Tronco, que ha hecho honor a su apellido cultivando en El Bondeyo la tradicional seta japonesa, de la que habla con entusiasmo. «Su nombre proviene de Japón, shii-take: hongo del árbol de shii. Lleva cultivándose cientos de años, tanto por sus cualidades gastronómicas, como por sus propiedades medicinales, por ellas, se le consideraba un Elixir de Vida. Es una seta carnosa, con aroma profundo con notas a tierra y sabor umami. Tiene bajo contenido en grasas, alto contenido en fibra y antioxidantes. Rica en hierro, calcio, zinc y magnesio, vitaminas D y B, incluyendo la B12, tan importante en dietas vegetarianas y veganas. Sus propiedades medicinales son muy conocidas y estudiadas, se basan principalmente en varios componentes presentes en este hongo: lentinano, eritadina, vitamina D…», enumera Sandra, que ha apostado por el cultivo ecológico y artesanal, en su finca forestal de El Bondeyo, ideal por el clima templado y húmedo asturiano, «y las condiciones concretas que tenemos en nuestra finca, con abundante sombra, que nos proporcionan el monte de avellanos, castaños, robles,… que la forman, junto con el reguero que discurre por ella, aportando humedad, nos permite cultivar estas setas siguiendo el método tradicional japonés». Casi la totalidad de su cultivo se va a los restaurantes y tiendas del concejo y la villa, y comienza a abrir mercado en concejos limítrofes. «La producción va creciendo poco a poco cada año, y voy buscando nuevos clientes. Aún no he fijado el límite de producción, hoy por hoy, lo veo como un complemento a la economía familiar, que me permite disfrutar de mi familia».
Los principales problemas que encontró a la hora de poner en marcha su proyecto fueron la dificultad de encontrar una finca que se ajustara a las exigencias del cultivo y a la legislación. Por otro lado, a la hora de crear una empresa, son muchos los aspectos que hay que manejar, comercialización, logística, certificaciones… junto con la parte de cultivo propiamente dicha, que al final complican mucho el emprender». En cuanto a las dificultades de apostar por el campo, Sandra destaca que «soy de Grao, me crié en este entorno, no vengo de una gran ciudad y por lo tanto no echo nada de menos, pero sí veo lo que necesitan los entornos rurales para poder sobrevivir en ellos, por un lado los accesos, tener buenas carreteras que nos comuniquen es básico, para acceder a mi finca no me sirve cualquier vehículo, eso ya condiciona a la gente que vive en estas zonas. Por otro lado la conectividad, hay zonas en las que no hay buena cobertura dentro del concejo, algunas fincas que en su día miré, no tenían cobertura y hoy en día es básico estar conectado». Ella ha logrado superar los obstáculos y sus setas se degustan ya en su concejo natal.
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