La familia trubieca Álvarez Tamargo consigue reunirse con los descendientes ucranianos de su tío David, que se exilió a Rusia en 1937 con 26 años tras perder un brazo

Candela G. Fernández

La familia Álvarez Tamargo celebró el pasado 3 de marzo un encuentro familiar,  con motivo de la llegada de tres miembros de la misma, procedentes de Ucrania. Para entender la historia tenemos que remontarnos a 1937, cuando el joven, David Álvarez Tamargo, tras perder un brazo en la terrible Guerra Civil, fue evacuado con destino a Francia, para luego desplazarse a Argelia y, por último, acabar en Rusia. Allí, con todas las dificultades del mundo, reconstruyó su vida. Se casó con una joven rusa, llamada Thaisa y pronto tuvieron un hijo, al que pusieron de nombre Eduardo. En el año 1967 y tras superar no pocos problemas administrativos, David visitó España, y ello le dio esperanzas de poder volver al país que le vio nacer; pero la muerte truncó su deseo. También falleció prematuramente su hijo. Es a partir del fallecimiento de éste  cuando se pierde la relación entre la familia rusa y la asturiana. La familia asturiana vive con profundo dolor ese silencio y sospecha lo peor. En el año 2002, a través de la Comisaría de Policía de Oviedo, un nieto de David, llamado también David, consigue ponerse en contacto con una sobrina de su abuelo, Nati Álvarez, de Trubia, con la que durante un tiempo intercambió información y fotos familiares. Pero parece que el destino no estaba de su parte y se vuelve a romper la relación.

Ni el teléfono, ni  la dirección postal, utilizados hasta entonces,  estaban operativos. El silencio preocupó a la familia y tras muchos intentos por localizarle,  se dejó por imposible.Tuvieron que pasar más de 20 años para que un frío día del pasado mes de febrero, una señora de Palma de Mallorca, que tenía acogida a una familia ucraniana, localizase y llamase a Nati, para preguntarle si tenía familia en Ucrania, que a su vez procediese de Rusia. Tras las oportunas averiguaciones, se supo que la familia se había trasladado desde Rusia a Ucrania y que una vez iniciada la invasión rusa de Ucrania, el biznieto del exiliado, que se hallaba en viaje de trabajo, estaba en España. Actualmente, está en Valencia, mientras que el resto de la familia, permanece en el escenario bélico. Aprovechando que su madre  había venido a visitarle y que sólo podía estar en España siete días, se organizó precipitadamente un encuentro para que ambas ramas de la familia se conociesen. Llegaron a Asturias el mismo día 3 y además de compartir mesa en un restaurante trubieco, y teniendo en cuenta las dificultades idiomáticas, se compartieron momentos muy entrañables. Especialmente emotivo resultó la entrega del Certificado de Nacimiento del bisabuelo, ya que  les facilita la obtención de la nacionalidad española. Después de la comida y dado el interés de los visitantes en conocer los orígenes asturianos, se hizo un recorrido por Udrión de Abajo, visitando también el cementerio donde están enterrados algunos antepasados.

Al día siguiente se les llevó a Valduno, lugar muy vinculado a la familia, donde nació y se bautizó el bisabuelo. También hubo tiempo para que contasen los numerosos y fallidos intentos de localizar a la familia y cómo, cuando ya casi lo daban por perdido, encontraron el hilo que les permitiría unir los cabos de la familia Álvarez Tamargo. Se espera que esta vez la relación se mantenga en el tiempo, a pesar de la distancia. La búsqueda del origen perdido ha dado su fruto. ¡Qué triste que esta historia de reencuentro comience con la Guerra  Civil y termine con la guerra en Ucrania! ¡Malditas guerras!¿Cuándo aprenderemos el valor de la paz?