Publicado el: 19 May 2023

El Seven: altruismo y deportividad

Plácido Rodríguez

[La Mosconera]

Existe un dicho británico que se refiere al rugby como “un juego de villanos jugado por caballeros”. Me atrevo a suponer que la expresión algo tiene que ver con el ancestral arrebato que sufrió un jugador de fútbol en un colegio de la ciudad inglesa de Rugby. Como el lance sucedió en 1823, no está claro si el motivo de saltarse a la torera la primitiva reglamentación de los inicios del balompié se produjo por un irrefrenable instinto de ganar, reprobable impulso tramposo o por simple e inocente embriaguez cervecera. El caso es que de alguna forma parece que la insurgencia caló en la voluntad de aquel estudiante, quien decidió agarrar el balón con las manos y correr cuanto pudo, como si estuviese poseído por algún espíritu guerrero anglosajón, hacia la portería contraria para depositar la pelota, tal que la cabeza cercenada de un enemigo, dentro de ella. También me atrevo a suponer que desde el equipo contrario aquellos rudimentarios precursores de astros venideros como Di Stéfano, Pelé, Maradona o Messi entre otros, no tuvieron muchos miramientos a la hora de intentar derribar al atacante para detener su ofensiva. Dos siglos después de aquella primigenia jugada de “rugby football“, 1400 jugadores y jugadoras de toda España vinieron a la villa moscona para disputar en dos días 150 partidos, qué decir tiene, ya de una forma bastante más cívica y reglada. El esfuerzo fue encomiable. Además de organizar de forma impecable los partidos y la zona de acampada, el Pilier también preparó los terceros tiempos por las zonas y bares del casco urbano. Resalta la colaboración de la Hermandad de Santiago y Santana, que organizó en esas fechas diversos eventos festivos, solapando con el Seven. Al final fueron miles de personas que pernoctaron y consumieron. Miles de viajeros que transportaron de forma anónima y fuera de las fronteras del concejo el nombre de Grau, Grado, Grao, … El Pilier y la Hermandad no son anónimos, todos los conocemos, pero su labor altruista no se libra de alguna crítica. Aunque, ¡qué se espera de gente incapaz de ponerse de acuerdo con la nomenclatura de su pueblo!

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