El relato ‘Ese asiento siempre vacío del tranvía’ se impuso en un certamen con alta participación
Redacción / Grau
El jurado del II Concurso de Microrrelatos de Peñaflor se reunió esta semana para decidir los ganadores de una edición marcada por la alta participación con 22 narraciones locales, regionales e internacionales. El ganador de la categoría de adultos con un premio de 200 euros y Diploma al Microrrelato fue «MAIUS», seudónimo que corresponde a Manuel Salas Iglesias, residente en Santa Cruz de Tenerife pero natural de Peñaflor, licenciado en filología clásica y maestro, que ganó con su obra titulada ‘ Ese asiento siempre vacío del tranvía’. En el año 2016 presentó en la Casa de Cultura de Grado su novela ‘Los tres días de San Martín’, siendo autor de otras novelas y relatos en publicaciones colectivas.
La categoría A Infantil y B Juvenil, quedaron desiertas
El relato ganador:
ESE ASIENTO SIEMPRE VACÍO DEL TRANVÍA
Era uno cualquiera, igual que los demás pero me intrigaba. Supuse que estaría reservado a ancianos, embarazadas o personas discapacitadas, pero ya había otros al efecto, de distinto color además. Por tanto, no me explicaba por qué estaba siempre vacío aun estando el vagón atestado. Hasta que bajé de la nube. Afortunadamente la cosa no pasó a mayores y los jovenzuelos que, con gesto retador, intentaron ocuparlo, se apearon con cajas destempladas en la parada siguiente y con el rabo entre las piernas ante la actitud hostil de los usuarios. Las miradas torvas y la resolución firme de la gente dejaban bien a las claras que el trayecto hubiera podido salirles caro y mejor era prevenir que lamentar. —Creo que se equivocan ustedes —observé—, es un asiento sin restricciones. —Era el asiento de Omar —aclaró el vecino—, lo usaba todos los días a la misma hora —suspiró—; siempre con su bolsa de baratijas… —Pero eso no implica que… —Era un chico amable y simpático que se buscaba la vida. —El hombre me interrumpió bruscamente—. Hace dos semanas, una pandilla de exaltados lo apaleó brutalmente, profiriendo insultos racistas y xenófobos y gritos patrióticos y desparramó sus figuras de artesanía y sus útiles de trabajo por la calle. —Desgraciadamente, estos sucesos ya se repiten demasiado. Se deberían tomar medidas drásticas. —Falleció a las pocas horas en el hospital —concluyó con un hilo de voz—, y el resto de los viajeros hemos querido rendirle un sencillo homenaje. Fíjese bien en el asiento. En el respaldo había una foto pequeña, tamaño carné. La mirada risueña y una sonrisa blanca resplandecían en su rostro de azabache. In memoriam, rezaba a renglón seguido.
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