Así murió Carlos Barredo, el alcalde moscón que desde hoy será Hijo Predilecto

El Pleno del Ayuntamiento otorga hoy su máxima distinción al que fue su último regidor republicano, asesinado en 1936

Carlos Barredo, alcalde de Grado, que hoy será nombrado Hijo Predilecto a título postumo

Redacción/ Grau

El Pleno del Ayuntamiento de Grado otorga hoy la máxima distinción, de forma póstuma, a Carlos Barredo, que fue su último alcalde republicano, asesinado el 5 de agosto de 1936 junto al empleado municipal Santiago Sánchez Marinas (familiar del recientemente fallecido dibujante Javier Marinas). El Consistorio moscón ha hecho pública una semblanza en la que se relata la trayectoria política de Barredo, comerciante y abogado, representante de Izquierda Republicana, y el relato de sus últimos días, apresado como rehén en Luarca junto a su chófer, por las tropas franquistas:

«Nacido el 13 de julio de 1890 en la villa de Grado. Hijo de Dionisio Barredo y de Encarnación Fernández. Natural y vecino de Grado (calle Pedregal). Comerciante y abogado, soltero. Fallecido el 5 de agosto de 1936 en las proximidades de Villuir (Luarca) a causa “del movimiento de Tropas Nacionales por aquellos contornos" (represión franquista). Fue enterrado en ‘una finca llamada El Naranjo de dicho Villuir’ (Luarca). Inscrito según expediente tramitado por el Juzgado de Instrucción de Pravia según auto con fecha 11 de noviembre de 1940.
Carlos Barredo participó en la vida cultural de Grado, al menos, desde los años veinte. En 1928 aparece como secretario en la primera junta directiva del Ateneo Popular de Grado—acta de constitución del 18 de julio de 1928— y en 1930 será su presidente. Bajo se presidencia, en 1930, dictaron conferencias en la villa Leopoldo Alas Argüelles—“Absolutismo y democracia”— y Saturnino Escobedo —“España ante la historia” —. Desde el punto de vista político, Carlos Barredo fue el líder del Partido Republicano Radical Socialista en 1931, tras la implosión de esta organización a mediados del primer lustro de los treinta pasó, junto con muchos de sus correligionarios, a fundar y formar parte de Izquierda Republicana de Grado; en 1935 aparece como vocal de IR. A partir del 27 de abril de 1931 es gestor del ayuntamiento de Grado, nombrado por el Gobernador Civil, junto con Juan Tarrazo Gómez (alcalde) Manuel Luengo Suárez y Adolfo del Rosal Rodríguez . Tras la dimisión de Juan Tarrazo Gómez, Carlos Barredo es elegido nuevo alcalde de Grado en la sesión del 22 de abril de 1933 por dieciséis votos a favor frente a un voto que obtuvo Demetrio Areces y una papeleta en blanco. Después de su elección expresó “su agradecimiento a la corporación por el nombramiento de alcalde-presidente a cuyo cargo, añade, ya se le quiso llevar antes de ahora en varias ocasiones. Agrega que aunque no trae programa, sí pondrá toda su voluntad al servicio de los intereses del concejo llevando por lema una recta y severa administración y laborando, además, con toda decisión a favor del régimen constituido”.
El 3 de marzo de 1934 presenta su dimisión por segunda vez—y primera desde la alcaldía— por motivos de salud; “por unanimidad no se acepta por juzgarlo indispensable para el interés municipal, se le ruega que se reintegre en el puesto”. Carlos Barredo es destituido de su cargo de primer edil, junto al resto de la corporación, tras la revolución de octubre, por orden del Gobernador General. Con la victoria del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936 recupera el puesto de alcalde, que le es devuelto el 21 de febrero por orden verbal telefónica del Gobernador Civil. El resto del consistorio de 1931 es repuesto en la sesión plenaria de la corporación de Grado del 22 de febrero de 1936, en la que se lee un telegrama del Gobernador Civil, de dos días antes, ordenando la reposición inmediata de todos los ayuntamientos suspendidos gubernamentalmente. En julio de 1936 realizó su tercer y último intento de dimisión—segundo como alcalde—aunque él mismo retiró su propuesta de renuncia; el concejal José Álvarez Gómez intervino diciendo que “se lo agradece y dice que se lo han rogado, casi impuesto, sus correligionarios de los que forma parte”.

En los primeros días de la guerra formó parte del Comité Central de Grado por IR; el resto de componentes serán Andrés Tamargo Huerta, por UGT; Emilio Flórez, por la CNT y Rafael Barredo, por el PCE. Pero poco tiempo duraría la autoridad del alcalde Barredo, que sería capturado y asesinado junto a Santiago Sánchez Marinas, empleado municipal que hacía las veces de chófer, por las columnas gallegas en las inmediaciones de Luarca. Parece ser que se dirigió a la línea del frente para tratar de parlamentar y hacer entrar en razón a los sublevados que entraban por Galicia. Según el ABC del 9 de agosto, el teniente coronel jefe de la columna insurrecta conminó a los leales a la República que resistían en Luarca a que se rindieran de lo contrario sería fusilado Carlos Barredo, que estaba de rehén. Según la tramitación de su certificado de defunción, “falleció el día 5 de agosto de 1936 como consecuencia de heridas recibidas durante la pasada guerra, en Villuir, del partido judicial de Luarca, estando enterrado su cadáver en dicho Villuir y en una finca conocida como el Paraíso o por el contrario se encuentra en situación de desaparecido”. El alcalde franquista de Grado, por informes de la guardia municipal, el 22 de agosto de 1940, señala, además de confirmar lo anterior relativo a su muerte, que ” perteneció al Partido Socialista habiendo desempeñado el cargo de alcalde de este concejo en el período del mandato de la República y después del triunfo del Frente Popular en las últimas elecciones y habiendo intervenido en la revolución del 34”. Desconocemos si en los últimos momentos de su vida, con la guerra en marcha decidió afiliarse al PSOE, pero es probable que se trate de una confusión, pues en 1936 aún aparecía en listas de Izquierda Republicana.
Alfonso Camín relata así el fallecimiento de Carlos Barredo (en el texto aparece como Luis Barredo, pues su nombre era Carlos Luis):
“Es horroroso el reguero de muertos que van dejando por estos caminos las tropas gallegas, los voluntarios gallegos y los “falangistas” de esta comarca. Por estas huertas y estas veredas todos los días aparecen muertos de Castropol, unos de la villa, y otros traídos de los pueblecillos del término, sacados de la cárcel por los rifleros de “El Centollo” y rematados en las cunetas. Confirmo el asesinato, indigno y desleal, de Luis Barredo, alcalde de Grado (Asturias). Luis Barredo tendría 30 años. Hijo de familia rica, le dio por estudiar una carrera en Madrid a última hora. Era un joven de noble trato, muy afable y huérfano de rencores. Se le hizo alcalde de Grado, justamente para poner bozal a las pasiones, que andaban ya sueltas. No podía ser un hombre muy intransigente en ideas políticas, puesto que mantenía una estrecha amistad con Indalecio Corujedo, rico terrateniente del término, melquiadista fogoso y ex senador del Reino. El Alcalde, que no creía tener enemigos, se enteró de que estaban luchando las tropas en Ribadeo. Llamó al único gendarme que había en Grado y con el gendarme de chófer sin otras armas ni pretensiones, tomó el camino que pudo y siguió buscando la costa. Quería saber qué pasaba y pensó en poner paz en los espíritus. Lo que demuestra que aquellos pueblos estaban en la higuera, ya que no midieron la transcendencia de la celada de Aranda al dejarlos sin guardia civil y sin armas y concentrar las fuerzas en Oviedo. Con la creencia de que se trataba de una revuelta, dispuesta a escuchar razones, Luis Barredo llegó a Vegadeo (Asturias), dobló el puente y se dirigió al Ayuntamiento. Allí estaban ya las tropas franquistas llegadas de Galicia. Y lo de siempre. El mismo diálogo de los que llegaron a Leitariegos:
– ¿Estas son las tropas que manda el Gobierno?

– Sí, señor. ¿Y usted quién es?

– Soy el alcalde de Grado. Me alegro, porque allí también anda la gente sobreexcitada.

La respuesta fueron unos fusiles puestos al pecho. Unos culatazos. Unas blasfemias. La noticia de la detención del alcalde de Grado llega a Luarca cuando aún no ha sido evacuado por los leales. Entonces, cuando se van de Luarca, los Republicanos llevan en rehenes a un hijo y a un yerno del cacique del Río Negro, el jabalí de la comarca. Los pondrán en libertad, pero a base de devolver, sano y salvo, al alcalde de Grado. Los militares no tienen inconveniente en empeñar su palabra. Alegan que se han levantado contra la República, porque la República no cumplió la suya. Pero ellos son hombres de honor. Que devuelvan a los 2 rehenes de Luarca, ellos devolverán al alcalde.
Mientras tanto a Luis Barredo, que iba preso con las tropas, lo sacaban de una casucha en el camino de Tapia:
-¿Cómo se llama usted?
-Luis Barredo.
-¿Alcalde de qué?
-Alcalde de Grado.
-Pues despídase de la alcaldía.
Sonó una descarga y cayó muerto a un lado de la cuneta.
El ex senador Corujedo intervino en este asunto. Pero la realidad es que Corujedo puso unas piedras donde estaba enterrado. Porque cuando fueron devueltos el hijo y el yerno del banquero fatídico, sin requisarles siquiera el automóvil, el pobre alcalde de Grado ya se estaba pudriendo en la tierra. Los militares “negros”, según costumbre, faltaban a su palabra.”
El juzgado militar de la Columna de Operaciones de Asturias (Luarca) instruyó, el 14 de junio de 1937, sumario contra él en ausencia, practicando el embargo de sus bienes inmuebles los cuales eran: “una casa planta baja, dos pisos y desván, que linda sur, calle Pedrera, Oeste, idem, derecha Bar Azul y fondo o Norte viuda de Lorenzo y Alfredo Huerta. En la carretera del Villalba a Oviedo una casa, planta baja, dos pisos y buhardilla, linda frente dicha carretera, izquierda viuda e hijos de Granda, derecha Celestino Fuertes y fondo calleja del Infierno; depositaria la señora de Arias, encargada del hospital Militar de la Vanguardia”. (Los bienes eran propiedad conjunta con su hermano Óscar). En la declaración utilizada en la causa para embargarle los bienes se dice de él que era” hermano del anterior [Oscar], dícese de rumor público falleció en la lucha con el ejército Nacional, era alcalde de la localidad y gran propagandista de las ideas izquierdistas.”

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