Casa Amelia o de la Carnicería, en Cornellana

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La localidad salense conserva un repertorio arquitectónico notable, entre las que figura esta edificación, de 1907 y usada como acuartelamiento durante la Guerra Civil

Casa Amelia en Cornellana

Javier F. Granda / Salas

Como ya se ha dicho en la serie que vengo publicando en LA VOZ DEL TRUBIA, Cornellana conserva un repertorio arquitectónico notable. Entre todas las arquitecturas de finales del XIX y primeras décadas del siglo XX, de las que encontramos abundantes ejemplos, destaca Casa Amelia, también conocida por Casa de la Carnicería, y por la casa de Mari y Roberto, el veterinario. La data (1907) y las iniciales (APA) que aparecen en el dintel de la puerta central que se abre a la Avda. Prudencio Fernández Pello 62, indican la fecha certera de su construcción, sin embargo deja dudas de quién la mandó edificar.

Sabemos que durante la Guerra Civil fue utilizada como acuartelamiento, o bien sede de algún puesto militar Nacional, que en los bajos del edificio se instaló una ferretería y que a finales de los cincuenta se traslada allí la carnicería La Central de José Fernández García (retornado de Cuba), luego Carnicería Tino (regentada por unos sobrinos del primero) y que más tarde pasaría a denominarse Carnicería Avenida, permaneciendo en uso hasta el año 2018. La propiedad del inmueble cambió de manos en 1955 cuando el referido José Fernández García y Gloria Méndez Díaz, quienes vivían en él desde principios de los cuarenta, junto a Luis Díaz Menéndez (Maravilla) y esposa, lo compran a Ismael González Álvarez y Segunda Pérez Álvarez, de Villazón. Un año más tarde José y Gloria adquieren la totalidad del edificio. La casa y jardín serán heredados por las cuatro hijas de este matrimonio, es de decir, las hermanas Fernández Méndez, quienes ostentan aún la propiedad.

Este magnífico edificio se encuentra incluido en el Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Asturias. En el Catálogo Urbanístico de Salas se incluye con un grado de protección ambiental y en las imágenes contenidas en este documento, destaca por una paleta de colores de blancos y grises, que con seguridad fueron los originales, con los que se ensalza toda su belleza. Al hablar de esta casa, es necesario hablar de proporciones, y son estas de una perfección indubitable. De estilo ecléctico, historicista, destaca por la simetría con la que se moldea el volumen y por el delicado repertorio decorativo empleado. En sus fachadas septentrional y oriental, principales, dado que se emplaza en las confluencias de la Carretera Nacional N634 y la Avenida de las Flores, se insertan tres calles verticales, las mismas que se plantean en horizontal, en las que se abren balcones en idénticas proporciones, enrasados y con antepechos de hierro con decoración vegetal y geométrica, en plantas primera y segunda, y tres vanos en los accesos de cada una de estas fachadas en la baja. Tan solo uno de estos vanos se emplea como acceso a lo que en su día ocupó el local de la carnicería. La altura entre plantas permite la estilización de los huecos y las decoraciones con las que se culminan, en dos estilos diferenciados, con empleo de molduras en dintel y ménsulas (plantas baja y primera) y arco y ménsulas (segunda), quedando las plantas remarcadas por una imposta que recorre las fachadas norte y este, también en la cornisa, donde arrancaría el espacio bajocubierta, que se remata con un casetón orientado a mediodía en cubierta resuelta a cuatro aguas. En la fachada occidental, destaca una galería acristalada que se desarrolla en toda su longitud, en plantas primera y segunda, descansando sobre columnas de hierro fundido. El acceso actualmente se realiza bajo esta galería, quedando enmarcado por cancela metálica. La fachada meridional, trasera con frente a jardín, es más sencilla: dos ejes en los que se abren balcones enrasados, desprovistos de decoración y con antepechos de hierro. En ella se interrumpe también la imposta y en su tratamiento no se emplean los motivos decorativos que se observan en las principales. En el edificio se emplean sillares bien trabajados (vistos en recercos y esquinales, pintados en plantas primera y segunda) y mampostería con mortero enlucido y pintado.

Se trata de un edificio que mantiene el encanto del pasado y resistirá al tiempo aportando serenidad y elegancia en el entorno construido.

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