Agustín Cabezas y Nina González celebraron en La Rebollada sus bodas de oro junto a Pepe Gancedo y Salud Rodríguez, que se casaron también hace 50 años, en 1973

Manuel Galán / Somiedo

El pasado septiembre se celebraron las bodas de oro de Agustín Cabezas Rodríguez y Adonina González Álvarez en la Rebollada. Se casaron un 15 de septiembre del 73 en Cangas del Narcea y acaban de renovar sus votos con Juanín, conocido en la zona como el cura de Arbeyales. La celebración tuvo lugar en la Rebollada, pueblo somedano del valle de Pigüeña. Igual que ellos, también celebran sus bodas de oro estos días, unos vecinos y amigos íntimos de toda la vida. José Gancedo González y María Salud Rodríguez Díaz, se casaron un 6 de octubre de 1973.

José y Agustín, son como hermanos. Además, son los únicos madreñeros de Somiedo, un oficio cerca de desaparecer por la falta de relevo generacional. Ellas, Adonina y María Salud, eran vecinas de Robledo de Taínas en Cangas del Narcea. De hecho, ambas tienen en común que se casaron sin conocer si quiera el pueblo en el que ya llevan viviendo 50 años. Hasta después de la boda no lo conocieron. Tampoco sus madres lo conocían. Es curioso, pero en la Rebollada la mayoría de las mujeres son de Cangas. Serranas, dicen en la zona. Y es que el camino por carretera es largo, pero por el monte las distancias se acortan muchísimo, la vía de comunicación más habitual.

Agustín y José son los madreñeros que acudían hasta hace unos años al mercao de noite que se celebra en Pola de Somiedo durante el mes de agosto. Allí, compartían un oficio casi extinto en la zona. En el mercado mostraban a los visitantes cómo fabricar el calzado tradicional asturiano. Y es que, las gentes mayores cuentan que, antaño, Somiedo era una zona eminentemente madreñera y que en cada familia había al menos una persona que conocía el oficio. Sin embargo, la realidad actual es tozuda y con ellos se perderá, probablemente, este bello oficio en Somiedo. No hay en la zona nadie más que sepa hacer madreñas.

Agustín y Nina, Pepe y Salucita celebran 50 años de vida en común en la Rebollada, un pueblo de altura en uno de los valles más impresionantes de Somiedo, Pigüeña. El mismo pueblo donde hace unas semanas la vecindad trabajaba en una sextaferia para engalanar su villa en las fiestas patronales de primeros de septiembre. “Mi madre” cuenta Julia, una de las hijas de Nina y Agustín, “fue la primera que se casó”. “Ella” prosigue Julia, “escribió una carta a su amiga Salucita contándole cómo era La Rebollada y diciéndole que tenía un manzanal cerca de la casa muy bueno para animarla a que se casara pronto también”.

“Entre las dos parejas somos 5 hijos que siempre nos quisimos como hermanos. De hecho, cuando se casó Ana, hija de Pepe y Salucita en Cangas, me dio el ramo de novia a mí que fui la siguiente en casarme” comenta Julia.

Con el mismo cura

Celso González, cura recién jubilado, casó a las dos parejas y es quien ofició una celebración por las bodas de oro en Cangas de Narcea hace unos días. Celso recordaba en la homilía que, para que Nina se pudiera casar con Agustín, tuvieron que pedir permiso a sus padres porque apena tenía 17 años. Cuenta Julia, la hija de Agustín y Nina, que en aquel tiempo se aprovechaba todo. Había escasez y necesidad. Así, con el vestido de novia de su madre, su abuela hizo su traje del bautizo que luego usaron más nenas de la zona. “Hasta mi sobrina se bautizó con él. Lo guardo como un tesoro” termina Julia.