Legislatura de las barricadas

Jorge Caparrós Cuadrado

Abogado

Seguimos en la digestión de la amnistía, y ni el mayor antiácido del mundo ha cubierto nuestra afiliación a ser pacientes vitalicios, no de un hospital, sino de los efectos secundarios de armarnos de paciencia ante la apasionada telenovela que es la política de nuestro país. Y es que la comida, con aliño de uñas mordidas de pura desesperación, no daba pie a pensar en el postre que nos reservaba esta legislatura.

Estamos ante una nueva clase de legislatura, que huele a 2019, pero se olvida que tragamos el 20. Una que confundió renovarse con renacer y que ha vuelto a la escuela primaria del oportunismo y el “… Pues ya no soy tu amigo”.

Nuestro futuro se enfrenta al más que posible bloqueo, progresista porque no pueden hacer las cosas de otro modo, de aquellos antiguos llamativos partidos menos apreciados tras la elección de los, por otra parte exagerados, 22 ministerios.

Por rencor, capricho o porque pueden… las últimas decisiones tomadas por el ejecutivo pueden desencadenar que los planteamientos para estos próximos cuatro años, se vean bloqueados por una cuestión meramente orgullosa. Y es que pensemos que el nuevo gobierno se enfrenta a cinco posibles barricadas alrededor de su batallón. Conocidas como minorías de bloqueo. Y si una determinada minoría desea bloquear puede conseguirlo, pues en este caso la determinación se usa en contra del progreso.

Como digo el postre está servido y se han dispuesto cinco cucharillas para el mismo. Un plantío de obstinación que deriva en un juego que no te contaron. Pues debes usar todas las cucharillas o ninguna de ellas. Jugando solo con las cucharas de la izquierda y dejando los tenedores a la derecha, pues de ellos no podemos depender de cara al avance, Será minoría de bloqueo JUNTS (7 diputados), Esquerra (7 diputados), Bildu (6 diputados), PNV (6 diputados), Y a esto sumamos, porque podemos, el chillón de la izquierda con cinco diputados. Estas cinco barricadas implican, no el enfrentamiento sino la negociación a favor de las caprichosas exigencias de cada uno de ellos, que no cría un gobierno y un progreso, como votamos, sino críos consentidos mirando por su propio interés. Y es lógico, cada uno responde de un grupo de personas que no votaron al resto por uno o dos motivos.

Los del eje más izquierdistas se decantaron por Esquerra, Bildu y Podemos (que si bien están con Sumar hasta que dejen de acunarles, en las próximas semanas, incluso cuando este artículo ya se haya publicado, dirán a Sumar que se independizan en busca de barricadas más verdes). Y por el lado más conservador, otros se decantaron por PNV y JUNTS

Bueno y por supuesto el postre sigue bajo la tierna mirada de los chefs Sánchez y Díaz, que también hablan por todos los que no les distinguieron y votaron por indiferencia y utilidad. Pero además cada cucharilla difiere de las de su propio grupo, generándose lo que nos acabará llevando a comer con las manos o coger sin mirar. Porque cabe aceptar que este nuevo restaurante de coalición, puede ser bloqueado por la incomprensión de cualquiera de las cucharillas, que impedirían llegar a la aceptación de la mayoría y por tanto, salvo concesiones de favor, como la reciente y polémica amnistía en tratamiento, no podrán sacar nada hacia delante.

Además hemos visto como los antiguos, y autorreconocidos, únicos a favor de valores como el “verdadero” feminismo, están molestos y han empezado a desvalorar al resto de cucharillas, hasta el punto de amenazar (porque en esta política todo vale) con independizarse y convertirse en la minoría de bloqueo que el pueblo les ha pedido, en los mismos sueños en los que retomarían el valor que una vez tuvieron.

Es genial, como votante, descubrir que llegaste a un restaurante donde el postre era lo mejor y al llegar al mismo entras en un juego enfermizo que ni siquiera depende de ti, o del bien del resto del país, sino del capricho costumbrista de las cucharillas dispuestas a hacerte tragar lo que sea, mientras comas de todas ellas. Porque pedir unión y simplificación a favor del bien social será demasiado para el ego de cada partido, convirtiendo pilares en barricadas, y cucharillas incompatibles en los mejores aliados de los desolados tenedores, que miraran impasibles desde su lado del plato, los caprichos que conllevaran que los postres lleguen a saborearse.

En definitiva, creo recordar que este tipo de artículos nunca acaban de esta forma pero… Espero equivocarme. Espero que cada palabra sea un error y como comensal de esta legislatura, llegar a saborear los postres que prometieron y que estos no sean aliñados de egocentrismo y orgullo dolido de aquellos con menos interés en el auténtico progreso.

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